Rudolf Hommes, en su columna de El Universal, recuerda un artículo de Rodrigo Botero en El Colombiano donde dice que los incas han aplicado una política económica ortodoxa…, y un agresivo desmantelamiento del proteccionismo arancelario. Que tiene una economía más próspera, diversificada y abierta al comercio internacional, con más y mejor empleo. “Hay que añadirle los logros en política social como la reducción de la pobreza de 58,7 % de la población en el 2004, a 21,5% en el 2016, o la de la desnutrición infantil crónica de 28,5 por ciento en 2007 a 14,6 por ciento en 2014”, destaca el exministro. Explica que una de las razones de su éxito es que han organizado una Mesa de Coordinación de la Lucha contra la Pobreza en la que hubo acuerdos de gobernabilidad entre el ministerio de Desarrollo e Inclusión Social y otras entidades del Estado en las que se fijan metas periódicas. “En los programas sociales se dio prioridad a las intervenciones que demuestran ser efectivas, con énfasis en la equidad”, concluye.

Los defensores del ‘sí’

Desde el presidente hasta su jefe de campaña, César Gaviria, se han empeñado en imponer la paz liberal y sectaria. Para el expresidente, todo el mundo es mentiroso, todo el que diga ‘no’ tiene algo que ocultar, dice Luis Guillermo Restrepo en su columna de El País de Cali. Del mismo modo, agrega, está monseñor Darío de Jesús Monsalve que dictó sentencia y dijo que él creía que todo ciudadano honesto dará su voto por el sí a los acuerdos. Algo similar ocurre con la defensa que hace El Tiempo del ‘sí’. “La cosa es complicada para quien se atreva a pensar distinto. Para quienes aún no hemos decidido porque encontramos luces pero también muchas sombras en lo que se está acordando; para quienes preguntamos por qué apuran un plebiscito sobre un acuerdo que no está firmado y no nos gustan las malas respuestas”, concluye.

Las instituciones anacrónicas de Colombia

Es difícil de explicar la existencia de algunas de ellas, como las licoreras departamentales que sobreviven como una fuente de corrupción, politiquería, daño a la salud de la población y mal ejemplo para la juventud, señala Armando Montenegro en su columna de El Espectador. “Otra institución anacrónica es la llamada parafiscalidad, por medio de la cual los productores de algunos bienes, la gran mayoría agrícolas, están obligados a pagar impuestos sobre sus ingresos, denominados contribuciones, cuyos recaudos se trasladan a ciertos gremios que supuestamente trabajan por su bienestar y progreso”, añade. Recomienda que estas afiliaciones y contribuciones gremiales deberían ser voluntarias  y que los productores deberían aportar sus recursos solo cuando tengan la certeza de que recibirán servicios efectivos.

El proceso de paz es viable desde lo jurídico y lo democrático, pero…

El asunto no es de leyes, se trata de la condición humana de sus gentes reflejada en la corrupción asesina, la desigualdad desbordada, pero sobre todo, la mala sangre de una sociedad que está enferma de odio, resentimiento, codicia y envidia, afirma Abelardo de la Espriella en su columna de El Heraldo. Por eso asegura que bajo ese escenario se debe olvidar de la paz: “A lo sumo tendremos, como en el pasado, una desmovilización exitosa, pero el fin del conflicto está lejos”. El abogado finaliza “cuando la mentira es aplaudida, y la razón es oprimida, no hay cura posible: la tragedia está servida”.

La arrogancia de los colombianos con Panamá

El acuerdo de información tributaria se ha postergado para su firma y los vecinos dicen que la razón es por la sobradez de los equipos colombianos que han ido a Panamá a formular sus exigencias, asegura Juan Camilo Restrepo en el Nuevo Siglo. “El enojo panameño es tal, como se recordará, que el presidente Varela se excusó a última hora de asistir al foro económico mundial, en  Medellín, donde se suponía debía firmarse el acuerdo de información tributaria”. El exministro señala que probablemente el cierre de la frontera con Colombia que impuso Panamá está relacionado por el malestar de los contenciosos comerciales mal manejado por nosotros. Ahora ese país acaba de decretar  aranceles contra una larga lista de exportaciones hacia el Istmo. La arrogancia no es buena consejera, concluye.

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