Entre otras cosas, De Francisco escribió en su columna de El Tiempo, al relatar que había abortado: “[…] Lo brutal no está en la asociación absurda con un asesinato, sino en la embestida frontal del prontuario triste de pecadoras y culpables que nos ha humillado durante siglos. ¡Ser mujer siempre ha dolido! Pariendo, abortando o negándonos a concebir, no tenemos salida”.

Lo revelado por ‘la Mencha’ (como también se le conoce a De Francisco) debería ser una lección “para que centenares de mujeres visibles (farándula, medios, política, artes, cultura, etc.) salgan del clóset”, dice Thomas en su columna de ese mismo periódico.

“Ojalá cuenten abiertamente que optaron por esta salida, que la mayoría no se sintieron culpables, aun cuando algunas sí –nuestra cultura profundamente patriarcal y misógina no se deja vencer tan fácilmente–, y ojalá todas estas mujeres entiendan que es el momento de no dejar solas a las feministas”, siguió Thomas.

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Ella considera que si se comienzan a oír decenas de relatos de esas “mujeres visibles”, eso ayudará a “desestigmatizar la interrupción voluntaria del embarazo”, y quizás así “los idearios sobre el aborto se transformen más velozmente”. Si bien hay mujeres que tienen “historias tranquilas y desculpabilizadas” que merecen ser escuchadas, también hay otras que tienen “historias duras y atroces que también merecen ser escuchadas y comprendidas”, agrega.

Y recuerda que ella contó su propio aborto en el libro ‘Había que decirlo’ (Icono, 2010), aunque lamenta “no haberlo hecho antes”. En ese sentido, invita a no guardar silencio. “No, no callaremos más. Nunca más. Abortar es hoy un derecho para todas”.

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