La perra fue golpeada por el hermano del dueño, que quedó grabado en un video que se volvió viral en redes sociales.

Ruiz-Navarro llama la atención sobre la celeridad con la que los medios investigaron, con la que la Policía actuó, y la solidaridad que generó su caso, y lo comparó con los de mujeres que son víctimas de violencia y feminicidio.

“¿Qué tal si por cada denuncia de maltrato a las mujeres, la sociedad y Policía se organizaran para reaccionar con tanta presteza? ¿Cuántas colombianas estarían hoy vivas?”, dice Ruiz-Navarro en El Espectador.

Ruiz-Navarro repetidamente aclara que no pide que se sienta menos dolor y solidaridad en los casos de maltrato animal. “Lo que les propongo, en cambio, es un ejercicio de observación. ¿Cómo administramos nuestra empatía? ¿Qué cuerpos la merecen, cuándo y por qué?”, dice.

El artículo continúa abajo

Plantea que las mujeres, de alguna manera, están condenadas (lo mismo que los pobres, LGBTI, indígenas, afros, protestantes, periodistas, líderes sociales…) a que se diga de ellas que se merecen el maltrato. “Todos nos lo estábamos buscando. Ninguna estaba recogiendo café”.

Y excluye casos como el de la niña Yuliana Samboní, por quien el país tuvo una “solidaridad unívoca porque era una niña de seis años, una víctima intachable”, aunque si Yuliana hubiera tenido 12 años “otra sería la historia y ya habría sido un ‘0sujeto de sospecha’”.

Lamenta, asimismo que a Sasha le digan “perrita”, porque “perra” puede herir susceptibilidades. “A las mujeres, en cambio, nos dicen ‘perras’ como insulto, pero es casi un cumplido: por las perras se preocupan más”.