Ese señalamiento lo hizo el Canal RCN al defender a su directora de Noticias, Claudia Gurisatti, de las críticas que recibió el viernes pasado con la aparición de la etiqueta #GurisattiAUCN24 en Twitter, con la cual se propagaron versiones que la asocian con el paramilitarismo y la describen como una enemiga de la paz.

El hecho hizo que, incluso, el canal denunciara ante las autoridades la existencia de un plan que podría afectar la integridad de ella, y provocó una ola de solidaridad en las mismas redes con la comunicadora.

“La verdad, nos produce risa [que hayan dicho que eran robots], porque no conocemos de ningún método donde pongan unos ‘robots’ a hacer crítica política”, dijo uno de los responsables de La Naranja Castrochavista en entrevista con El Espectador. “Supongo que nos tildaron de máquinas por la constancia de los trinos; bueno, eso lo que demuestra es el tremendo número de personas que mostraban su indignación y descontento con este canal, su directora y desde luego sus dueños”.

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Aunque quien responde las preguntas del diario bogotano no se identifica, asegura que se trata de un colectivo de “muchos administradores” (“más de una decena”), la mayoría estudiantes universitarios de diferentes carreras, especialmente humanidades, que “jamás” han amenazado a Gurisatti, “y eso se puede comprobar en nuestras publicaciones, incluso desde las más antiguas”.

También desestima que el Canal RCN denunciara en la Fiscalía y califica de “inverosímil” el hecho de que una tendencia en Twitter “pueda ser más importante que […] los casos de Odebrecht, el actual caso del fiscal anticorrupción corrupto, los falsos títulos de Peñalosa, las obras del túnel de la línea, Reficar, el tenebroso caso del hermano del expresidente Uribe sobre los ‘doce apóstoles’ y miles de casos gravísimos que flotan impunes en el ambiente de la justicia colombiana”.

Descalifica a los medios de comunicación tradicionales, de cuyo papel dice que “está mandado a recoger, porque la gente ya se dio cuenta cómo se manipulan las masas a través de ellos de acuerdo a los intereses —ante todo económicos— de sus dueños” e invoca a Jaime Garzón para definir el humor: “Puede decir verdades que sí se dijeran de manera seria, la gente mataría”.

Por último, le dice a Gurisatti que “a cambio de victimizarse”, los confronte “con ideas, con respuestas argumentadas a su sesgo político que moldea la opinión de mucha gente, sobre todo la que carece de estudios socio-políticos y económicos que les permitan discernir correctamente”.

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