Con muy buenos reflejos y una amplia sonrisa, el papa siguió su camino al estrado, mientras que el gorrito (solideo) fue tomado por uno de los guardias.

Por su parte, Domenico Giani, jefe de seguridad del pontífice, recogió otros gorros que comenzaron a caer y los devolvió a sus dueños, no sin antes lanzar una cara de ‘pocos amigos’ y pronunciar algunas palabras de molestia, al parecer en italiano, acompañadas de un gesto con la mano, típico italiano, que indica enfado.

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