Si bien los actores principales serán los mismos (el presidente Juan Manuel Santos secundado por su equipo negociador, y el jefe de las Farc, Rodrigo Londoño, y su equipo negociador), las locaciones y los espectadores presentan serias modificaciones.

Las circunstancias así lo exigen, pues lo que se ofreció al país en ese primer acto del 26 de septiembre pasado sufrió un duro revés en el plebiscito refrendatorio del 2 de octubre, en el que se impuso el No, aunque con escaso margen.

Hoy, el tiempo apremia y la representación protocolaria de la firma tal vez tenga menos importancia que el mecanismo que se utilizará para la refrendación, que es en donde, en realidad, se concentra la atención del país.

Por eso, de la amplitud al aire libre y solemnidad del Patio de Banderas del Centro de Convenciones de Cartagena, en donde se situaron unas 2.500 personas para el primer acto, se pasa al recinto cerrado del emblemático teatro capitalino en forma de herradura, con 750 invitados.

No habrá la representación política internacional que caracterizó al primer acto, con la presencia de 13 presidentes latinoamericanos, el secretario general de la ONU y 27 cancilleres, entre ellos, el secretario de Estado de Estados Unidos.

Los tiempos también serán distintos. Mientras que en Cartagena se empleó todo el día, en una agenda que comenzó a las 8:00 a.m. con un homenaje del Presidente a las Fuerzas Armadas en la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla, siguió al mediodía con una ceremonia litúrgica que ofició el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, en la iglesia de San Pedro Claver, y terminó a las 5:00 p.m. con la firma del acuerdo, en Bogotá está prevista una sobria ceremonia de una hora.

En esa hora solo se escuchará el himno nacional y los discursos de Santos y Londoño. Nada más. No se oirá el rugido de aviones de combate que saluden la firma, como los que surcaron el cielo de Cartagena en el primer acto (y que alcanzaron a asustar al jefe de las Farc), ni —es una lástima— el lamento convertido en canto de las mujeres chocoanas coreando que la guerra con las Farc “Ni a la fiesta ni al trabajo” las dejaba llegar.

No. Hay que acabar pronto, pues al comienzo de la tarde, el texto del acuerdo ya firmado será llevado al Congreso en donde se espera quede refrendado la próxima semana. El presidente del Senado, Mauricio Lizcano, dijo que el Legislativo está dispuesto a “trabajar todos los días”, primero en la refrendación del acuerdo y luego en la aprobación —durante los meses siguientes— de todas las leyes necesarias para ponerlo en marcha.

Pero con la firma de este jueves no solo pasará a refrendación el acuerdo definitivo, sino que también comenzarán a correr los tiempos para su implementación, un asunto en el que gobierno y Farc tienen especial premura.

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