La idea, según el funcionario, es lograr que la frontera permanezca abierta “al nivel que ya existía con estricta vigilancia y seguridad”.

Villegas también sostiene que los dos presidentes “instruyeron a sus ministros de la Defensa a coordinar acciones inmediatas para una normalización de la frontera”.

En otro de sus trinos, el ministro venezolano también sostuvo que los dos mandatarios conversaron vía telefónica sobre los “ataques” al bolívar, y que el colombiano “aceptó que conversen BCV y Banco de la República sobre solución a este problema”.

Ante ese anuncio, colombianos y venezolanos a ambos lados de la frontera hacían filas este martes por la mañana a la espera de la reapertura.

En el caso de los venezolanos, llegaron de distintas ciudades del país vecino y están a la espera de atravesar a pie el puente internacional Simón Bolívar.

Permanecen en la ciudad de San Antonio, en el estado de Táchira (oeste), emblemático sitio de la frontera hacia Colombia, cerrada por el presidente Nicolás Maduro en una operación contra acaparadores de billetes de Venezuela.

Aunque se quejaban de la larga espera, que podía llegar a ocho horas, la esperanza de pasar los controles primó, pues Maduro abrió un “corredor familiar” el pasado sábado, cuando prorrogó el cierre de la frontera con Colombia y Brasil hasta el 2 de enero.

En esta situación, los conductores de taxis y motos hacen su agosto ofreciendo trasladarlos a Ureña, la otra localidad fronteriza con la ciudad colombiana de Cúcuta, donde el paso también está habilitado.

“Me vine desde Valencia (centro) porque no pude conseguir pasaje desde Caracas hacia Lima. Esta cola es terrible, una pesadilla”, se lamentaba Luis Guillermo Olivo, quien de Colombia viajará a Perú para ver a su hija que está enferma.

El control migratorio permite pasar a las personas con problemas de salud comprobados y a quienes presentan pasajes para viajar a un tercer país, como el caso de Olivo, pero entre los viajeros comentaban que solo con el pasaporte podían acceder.

Luis Fernández era uno de los esperanzados. “Tengo un familiar que quiero ir a visitarlo, estoy haciendo la cola para ver, pero están dejando pasar”, comentó.

A diferencia de los días previos, cuando el borde limítrofe estuvo completamente cerrado, la ciudad tuvo mayor movimiento, los comercios abrieron sus puertas y el tránsito era más denso.

“A uno sinceramente le dan ganas de llorar. Yo vivo acá pero la patria mía es Colombia. No veo por qué hacen esta cuestión así, me parece muy mal. Creo que todos somos libres y todos merecemos respeto”, reclamaba Luz María Peña, una comerciante informal de 43 años.

Maduro cerró las fronteras el 11 de diciembre por 72 horas para que no entraran al país los billetes de 100 bolívares que sacó de circulación y que, según denunció, estaban acaparados por “mafias” en las zonas limítrofes de Colombia y Brasil.

Luego extendió el cierre por 72 horas más, y el sábado lo prolongó hasta el Año Nuevo, al igual que la vigencia del billete de 100 (0,15 dólares a la tasa oficial más alta), el de mayor valor y circulación, tras protestas por la falta de dinero en efectivo en el país.

Toda esta situación se convierte en la antesala de la visita que hará a Cúcuta, este martes, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.