El fenómeno de la guerra en Colombia es “tan trágico que merece respeto”, fue una de las primeras afirmaciones del carismático hombre de 81 años que mantiene su esperanza en que la paz en el país florezca más temprano que tarde, reseña el periodista Bernardo Bejarano para El Tiempo.

“El proceso colombiano es una gigantesca intolerancia en su origen” dijo Mujica al definir el ‘Bogotazo’ (9 de abril de 1948) como el punto de partida de los males que hoy abaten al pueblo colombiano, explicó a los miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa en México.

“Aquellos barros trajeron estos lodos” apuntó el exmandatario que recordó a Manuel Marulanda Vélez, fundador de las Farc, como un “muchacho liberal, que disparó con otros por su vida”.

Y continuó diciendo que la guerra entre facciones políticas, perseguidas y atomizadas en vastas zonas apartadas de las grandes ciudades, configuró el mayor conflicto armado del continente que, pese a la intensidad del fuego y a los periodos de acercamientos políticos, desembocó en una negociación de paz que, para Mujica, fue la solución más racional, porque “la guerra no puede ser un proyecto de país”.

Pero también tiene su reserva en relación al narcotráfico y su eliminación del campo.

“Hay una autodefensa económica, lo que quiere decir que eliminar la coca significa enfrentar el problema de la pobreza de esos 12 millones de campesinos”, aseguró el exmandatario que en su país (Uruguay) logró un trascendental cambio al legalizar la producción, distribución y consumo de marihuana.

“Este es un fenómeno de mercado: mientras (los narcotraficantes) tengan el monopolio, estamos condenados. Entonces, me planteé: si quieres cambiar algo, no puedes seguir haciendo lo mismo”, apuntó ante un foro de periodistas atentos a su inconfundible acento porteño.

Si los colombianos logran resolver sus diferencias y le dan vida a los acuerdos, entonces “seremos el único continente en paz. No es poca cosa”, dijo.

Al mismo tiempo exhortó a quienes todavía creen que “recen por la paz de Colombia”, un país que es una “contradicción con patas” y que no podrá resolverlas con la guerra, concluyó.

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