El fondo del acuerdo es muy sencillo: que se acaban las Farc como organización armada a cambio de que las dejen hacer política sin armas”,

dice Antonio Caballero en Semana, advirtiendo que es eso precisamente lo que no quieren los partidarios del No, que prefieren que las Farc –literalmente- dejen de existir.

Luego de hacer un recuento histórico de lo que ha significado la exclusión política en Colombia que, por ejemplo, llevó al exterminio de 5.000 integrantes de la Unión Patriótica, Caballero amplía qué significa el acuerdo: 

Significa que los guerrilleros de las Farc renuncian a la guerra. Significa que no van a volver a matar soldados ni civiles. Que no van a volver a extorsionar. Que no van a volver a reclutar. Que no van a volver a secuestrar. Que se van a apartar del negocio de las drogas ilícitas… Las Farc dejan el chantaje de las armas, o el recurso final a las armas, a cambio de transformaciones que el país de todos modos necesita, con Farc o sin Farc”.

Para Caballero, esas transformaciones arrancan por el campo.

Al hacer este ejercicio de simplificación necesario, Caballero hizo eco de las palabras de Héctor Riveros en Lasillavacía.com, en el sentido de que meterse en la minucia del acuerdo es caer en la trampa de la oposición de hacerlo aparecer como complicado de entender y lleno de concesiones a la guerrilla.

“Lo que se suscribió en La Habana el miércoles pasado es que la guerrilla de las Farc aceptó dejar de existir, desarmarse, someterse al ordenamiento jurídico colombiano contra el que se había rebelado y por tanto dejar de cometer delitos a cambio de un tratamiento judicial especial, unos beneficios jurídicos por colaboración (que incluye el de no ir a la cárcel para quien aporte verdad, esté dispuesto a reparar a sus víctimas y de garantía de no repetición) y unos beneficios políticos y económicos para la reincorporación. El acuerdo además incluyó la obligación estatal de desarrollar un amplio programa de desarrollo rural integral y de adoptar unas reformas para profundizar la democracia”.

Entre tanto, Juan Carlos Henao, rector de la Universidad Externado de Colombia, y asesor del Gobierno en el tema de la llamada justicia transicional pactada con las Farc, le dijo a Yamid Amat en El Tiempo que

la oposición está centrada en la filosofía de la retaliación, de la venganza, que es producto de la ley del talión de hace ocho mil años, la ley del ojo por ojo, diente por diente… Entonces, cuando a uno le juegan con eso –con que si usted me da un golpe yo le tengo que dar otro golpe–, esa es una lógica que impide que esa retaliación se borre y ese ánimo de venganza termine. Si uno se centra en la lógica de la venganza, en la lógica del rencor, lo que hace es pudrir el alma e impedir tener una filosofía de la vida mucho más optimista y más positiva con una sociedad.

LO ÚLTIMO