Cardoza Giraldo, pedido en extradición por Estados Unidos y por quien las autoridades de ese país ofrecían una recompensa de 5 millones de dólares, esperaba a su mujer en un hotel de Ribeirao Preto, una ciudad en el interior del estado de Sao Paulo.

La mujer había ingresado a Brasil por Tabatinga, ciudad brasileña amazónica que colinda con Leticia, capital del departamento colombiano del Amazonas. Pero las autoridades colombianas ya habían informado a la Policía Federal de Brasil del viaje a ese país de la esposa de Cardoza Giraldo, señalado no solo de ser jefe de ‘los Rastrojos’, sino de tener alianza con el ‘clan Úsuga’, la mayor banda del país surgida luego de la desmovilización, en 2006, de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

La esposa de Cardoza Giraldo fue vigilada hasta su desembarque en el aeropuerto de Ribeirao Preto, en donde la recogieron dos hombres que la condujeron a un hotel. La Policía Federal desarrolló un operativo en el hotel en donde la esperaba el supuesto narcotraficante, que estaba en Brasil desde hacía dos semanas en busca de alianzas con la delincuencia local.

“Él se identificó con un documento falso, pero cuando le comunicaron la detención, admitió que era el narcotraficante buscado internacionalmente”, afirmó en una rueda de prensa el comisario de la Policía Federal en Ribeirao Preto, Víctor Hugo Rodrigues Alves.

De acuerdo con el comisario, Cardoza Giraldo consiguió eludir a las autoridades de Estados Unidos, que le formularon cargos formales en julio del año pasado, y desde entonces su paradero era desconocido.

“Se trata del jefe de una organización clave en la distribución de cocaína en Estados Unidos, pero su banda no es acusada tan solo de tráfico de drogas, sino también de asesinatos y masacres de civiles y policías”, afirmó.

Según la Policía Federal brasileña, Cardoza Giraldo era el jefe de una banda responsable por cobrar un tributo impuesto por los narcotraficantes y que es acusada de secuestros y atentados terroristas. “Se trata de un grupo peligrosísimo”, dijo.

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