En los videos se observa que Garzón llevaba puesta la misma chaqueta con la que lo encontraron baleado entre su vehículo.

El colombiano Luis David Ledesma Cuéllar fue quien subió el material a su canal de YouTube con esta descripción: “Guardé este video y hace unos días lo digitalicé. Lo comparto por su valor, el contexto y su asombrosa vigencia”.

Una de las frases de Garzón que llama la atención es cuando le preguntan por los diálogos de paz, que para ese entonces entablaban la guerrilla de las Farc y el gobierno de Andrés Pastrana. Una respuesta tan contundente que encaja en la actual coyuntura política del país: “Hay que darse la pela por la paz”.

“Ya más muertos no se necesitan en este país. Más miedo no se necesita. Se necesita que se sienten a hablar. Esperamos que lleguen a algún lado y cuando se distancien hay que volverlos a sentar; cuando se pongan bravos hay que volverlos a sentar y que no se levanten hasta que haya un acuerdo, porque todas las veces que se ha interrumpido ha sido peor: más muertos, más tragedias y más agresiones de lado y lado (…)”; dice Garzón.

El entrevistador destaca al humorista como “un hombre valioso para la paz de Suramérica”, y le reconoce su gesto humanitario que permitió la liberación de varios secuestrados y jugó un papel importante en los diálogos de paz.

“La guerra dejó de ser el sentido de lograr el poder y se convirtió en un negocio, un negocio del cual ya también se benefician los norteamericanos; por la venta de armas a la guerrilla, al paramilitarismo, al gobierno…”, resalta Garzón.

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El humorista dice que “el problema en Colombia es que la guerrilla no es la causa, la guerrilla es la consecuencia. Han convertido la violencia en un modelo de dominación”, y asegura que “si uno vive en este país tiene una tarea fundamental que es transformarlo y eso genera que el miedo de vivir aquí le dé a uno el valor de querer un país mejor y de querer transformarlo. Eso significa vivir en Colombia”.

El periodista peruano cierra su informe explicando varios detalles que pudieron haber rodeado su muerte: “Es evidente que no se trataba de una casualidad, sino de un asesinato bien planificado”.

“Se podría pensar que mientras conversábamos con él, algún paramilitar o guerrillero lo seguía muy de cerca con el dedo en el gatillo; simplemente esperando el momento más adecuado para convertir a un gestor de la paz en una nueva víctima de la guerra”, puntualizó el periodista.