Uno de ellos es el escritor Ricardo Silva Romero, que en su columna de El Tiempo escribió:

Si el canal de YouTube de Garmendia tiene 27’408.321 de suscriptores a esta hora es porque el nuevo público no está en un sofá pasando canales, sino en cualquier lugar del mapa de Google presionando la pantalla de su teléfono como una ventana indiscreta”.

Silva Romero, después, lanza estas frases:

Si ciertos nostálgicos de la alta cultura desprecian el fenómeno, como elevando una plegaria por una literatura que solo sea el triunfo de la inmensa minoría, es porque no han visto aún las publicaciones de los héroes de las redes como el camino inesperado para confirmar a los seguidores como lectores, como iguales: quizás –y por qué no– las editoriales logren que esos libros además de leídos sean buenos”.

Finalmente, el escritor concluye:

Y si va a ser un youtuber el que llame a la lectura, así no le diga nada nuevo a nadie viejo, pues que sea”.

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Por su parte, la reconocida periodista Yolanda Ruiz, en El Espectador, dice que los ‘youtubers’ solo muestran cómo ha cambiado el mundo:

¿Qué tanto de lo nuevo se quedará anclado para el futuro y qué tanto será moda pasajera? Difícil saberlo hoy, pero cuando un youtuber es la noticia más importante en una Feria del Libro, algo de revolución se siente en el ambiente”.

“Por mi parte apenas digo: bienvenidos los youtubers aunque no acabe de entenderlos. Mis mayores tampoco me entendían cuando tenía 20”, finaliza Ruiz.

Así mismo, Catalina Ruiz-Navarro, otra columnista de El Espectador, afirma:

Lo que muestra el éxito del ‘youtuber’ es que hay una falta de adaptación, por parte de los gremios que existen en la Feria, frente a las nuevas formas de transmisión de información, y aquellos que rechazan el fenómeno sin observarlo, porque son tan cultos, y eso no es cultura, se están perdiendo de entender qué es lo que pasa con toda una generación”.

Ruiz-Navarro, además, aprovecha para criticar a quienes usan la lectura como un símbolo de distinción o incluso de segregación: “Entonces, ‘los que leen’ son moralmente superiores (como la gente que va a todas partes en bicicleta) y están en ese club de ‘los que entienden’. En cambio, los que ‘no leen’ son ‘la ignorancia’ o el ‘origen del mal’ en nuestra sociedad…

Eso sí, no nos preguntamos: ¿por qué no leen? ¿Tienen espacio para el ocio? ¿Tiempo? ¿Formación educativa para aspirar al esnobismo de ser cultos? ¿Interés por ese formato? El juicio de ‘incultos’ pasa por encima de todas estas preguntas”.

Al contrario, el columnista Carlos Granés, de El Espectador, se aparta de esas opiniones para decir que “lo nuevo, por sí solo, carece de valor”:

Nuevos son los youtubers y para ellos la celebridad y la fama… Surfean como ninguno en las olas del presente. “.

Granés añade: “Quien busca solo la novedad encuentra la convención. Quien solo mira la cresta de la ola, acaba produciendo espuma…

Abundan los clones de artistas o novelistas experimentales que convierten unos cuantos trucos y unas cuantas actitudes en la soporífera marca del presente”.

El periodista de La W Juan Pablo Calvás fue más específico y, en El Tiempo, se refirió a la presencia de los ‘youtubers’ en la Feria del Libro:

Si partimos del hecho de que muchos de los seguidores de estas celebridades de internet fueron a Corferias a ver a sus estrellas más que a comprar libros, creo que ya podemos concluir que los youtubers-escritores no son la panacea.

“Hay que definir de una vez por todas si el objetivo de dicha feria debe ser el de llenar hasta los balcones a un espacio como el de Corferias en lugar de garantizar una programación de mayor calidad en términos culturales y editoriales”, afirmó Calvás.

El editor Ludwing Cepeda, en El Espectador, se refirió en términos similares:

Si bien esta nueva dinámica permite un acercamiento de los jóvenes a la que venía siendo la Feria del Libro, es claro que algo no cuadra. Que algo se está saliendo de las manos. ¡Y bastante! Y que hay que repensar la Feria, pues el fenómeno youtuber ha impuesto una nueva forma de concebir este evento”.

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