Se trata de equivocaciones entendibles si se tiene en cuenta que el periodismo, como toda actividad humana, es imperfecto, aunque perfectible. Pero inexcusables cuando por el afán de cautivar audiencias se las engaña de diversas formas.

Antes de señalar algunas de esas equivocaciones, Pulzo, que se caracteriza por dedicar buena parte de sus contenidos a la crítica de medios, reconoce las fallas propias, indicadas, en la mayoría de los casos, por nuestra creciente audiencia. Nos debemos a ella y por ella es nuestro compromiso diario de mejorar.

Como ya es tradicional, muchas de esas pifias en todos los medios estuvieron animadas por el síndrome de la ‘chiva’, que consiste en competir por ser el primero en dar una información, empujado hoy más todavía por el fortalecimiento de las redes sociales y la aparición de nuevos medios en Internet.

En estas circunstancias, en las que, además, cada vez son menos exclusivas las ‘exclusivas’ (valga la redundancia) porque las fuentes tienen sus sitios web y difunden sus informaciones por redes sociales, las ‘chivas’ noticiosas escasean y solo vienen haciendo parte del discurso encendido de periodistas que insisten en decirles a sus audiencias que ellos son los únicos (o los primeros) que tienen la información, cuando ya circula por todas partes.

Ese es el marco en que se produjeron los deslices de los periodistas (que van de los casi inatajables errores de digitación de una palabra, con lo que se puede dar otro sentido, pasando por el plagio, hasta importantes decisiones editoriales), que en estos días de resumen se ofrecen propicios para una profunda reflexión sobre cómo mejorar el ejercicio informativo, que desde hace unos años comenzó a trasegar por terrenos aún desconocidos.

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