Su nombre es Juan Esteban Roldán, habla perfecto inglés, y antes de caer en el infierno de las adicciones, viajaba constantemente a Estados Unidos y tenía a su disposición las mejores oportunidades que la vida le puede ofrecer a una persona.

A sus 49 años, un operativo de la Policía lo encontró el pasado 28 de mayo en la zona de ‘La Ele’ o calle del Bronx, en una habitación de mala muerte en la que se encontraba bajo los efectos de las drogas, según el relato de Semana.

Antes de ser piloto dictó clases en el colegio Nueva Granada, uno de los más exclusivos de Bogotá, fue a la academia de aviación y al no lograr convertirse en piloto en una aerolínea comercial como Avianca, terminó en Villavicencio como profesor de inglés y piloto de las empresas del Llano que vuelan en los viejos aviones DC3.

Allí lo contactaron las redes de narcotraficantes que lo contrataron para hacer vuelos con cargamentos de cocaína. Dijo que trabajó para el ‘Negro Acacio’.

Estas son algunas de las frases más impactantes de su historia:

Probé alcohol y cigarrillo a los 14 años en fiestas familiares, el perico (cocaína) lo consumí a los 21 años cuando llegué de Estados Unidos, donde me alcoholicé totalmente y con promiscuidad sexual también. Después el pistolo (bazuco) en cigarrillo y luego a los 23 años en pipa, todavía no había hecho mi carrera de piloto, me echaban de la casa cada rato porque sacaba cosas.

Sobre su recaída en las drogas dijo:

En las rumbas todo mundo metía, era normal, los patrones, los ‘traquetos’, yo decía quiero un poquito –Ah, capi, ¿usted mete? Tome, tome su tubo– 95 % de pureza y me envicié, yo metía bazuco, pero allá no podía hacerlo por la guerrilla, empecé a desordenarme mentalmente, totalmente desubicado. Me puse violento, pateaba las puertas, un día me dijeron: Váyase, no queremos verlo más, lo van a matar, me dijo el patrón. Me dieron 500 dólares, me fui en el avión que yo volaba para Villavicencio. Allá tenía una novia y alquilé un cuarto, me fui para una olla, una estúpida manera de decir que perdí, me escondí, me refugié en las drogas y comencé el oscuro transitar por ese mundo sórdido. Mi familia estaba pendiente, hasta empeñé mi visa, un desorden total, luego me regresé a Estados Unidos, en el 2015 intenté volar pero no pude, recaí”.

Luego de eso, se convirtió en habitante de calle, vivía del reciclaje y trataba sobrevivir de cualquier forma.

A los gringos les hablaba en inglés y tome hermano, me daban 20.000 pesos o 50.000 pesos, cogía Transmilenio, directo a la Ele, o me metía en la 26 a consumir porque me tocaba caminar mucho hasta el aeropuerto, hacía lo que fuera por conseguir la droga, menos robar o atracar a las personas, no tengo corazón para hacer eso”

En esa vida, incluso, ejerció la prostituición.

Tuve relaciones con travestis, me decían déjeme verlo, deme tanto, me pagaban y uno se vende. Pero yo dije no más, llega un punto en que uno piensa: No haga más eso porque se va a volver homosexual. Yo quisiera ser un verdadero hombre porque tengo necesidad de una mujer, quiero tener una relación, tener sexo, no quiero masturbarme más”.

“Yo estuve limpio, fui a la casa de mis padres, pero recaí hace un mes, quiero darme una oportunidad, yo puedo, llevo tres días sin consumir, soy crónico”.

Desde que haya armas, dólares, cocaína, corrupción en el Gobierno, la Policía, los militares, predominará el poder del dinero, pero estoy de acuerdo en que acaben esos focos de maldad porque allá se escondían muchas cosas, allá la policía cobraba impuesto”.

Yo amo a mi familia, pero también se necesita afecto, esto es integral, el rechazo duele pero ellos tienen la razón, no los cuestiono, merezco oportunidades”.

Yo quiero servir con ese don que tengo de volar aviones, quiero volver a volar, lo hago bien, tengo muchas formas de ser útil. Dios es muy grande y hace su justicia, cada vez que quiero irme a consumir, pienso más bien quedarme acá, a hablar con las personas, hacerme escuchar, desahogarme porque uno lleva muchas cosas por dentro

no dejen los hijos tirados, que los escuchen, que hablen con ellos, agradezco a mis padres lo que hicieron por mí, que me perdonen, no tengo más palabras, tengo un taco aquí (en la garganta).

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