En una entrevista con Noticias Caracol, Betancourt recordó la escena en que uno de sus captores le dijo que saldría cuando fuera abuela y, hoy, que lo es, considera que es una bendición.

La exdirigente del partido Verde regresó a Colombia, después de 6 años de alejamiento voluntario para reconstruir su vida, para participar en un evento por la paz y reencontrarse con algunos de sus compañeros de cautiverio, entre ellas la ahora congresista Clara Rojas, y con los miembros del Ejército que la rescataron.

Betancourt ya tiene una nieta de 3 meses, de su hijo Lorenzo, y espera el segundo, un varón, para agosto.

En su diálogo con Caracol ella recordó que durante su cautiverio un guerrillero le dijo:

Usted se queda aquí. Usted no sale de acá sino cuando sea abuela. Eso para mi fue una tortura.

También dijo que los seis años de ausencia los ha usado para reencontrarse con su familia y volver a ser persona.

Todos los días descubre que tan profundo es el daño. Hay que comenzar a limpiar el sótano. Mi prioridad fue volver a ser mamá.

Íngrid mencionó cómo ha sido su proceso para alcanzar el perdón profundo que afirma ahora ha logrado:

Yo no olvido. El perdón es un largo camino. Yo sí quiero abrazar … al otro.

Ese otro es el que la secuestro y la humilló.

La ecuación es clara: el odio no es más grande que mi amor por Colombia. La política nos divide, pero nos une el amor por Colombia. Esa es nuestra bendición.

Sobre las reservas que tienen muchos colombianos sobre el proceso de paz, Íngrid dijo:

Yo sé que hay gente que tiene miedo.  Pero la fortaleza que se necesita para hacer la guerra no es la misma que se necesita para hacer la paz.  Las cualidades para hacer la paz son superiores. Implican mucha sabiduría”,

dijo.

Para ella, la dificultad es que los colombianos “no queremos la paz. queremos una paz justa y duradera”. Y agrega:

En una negociación ninguna de las partes lo obtiene todo. Si nosotros queremos obtenerlo todo, es la guerra. Así que hay que tragarnos un sapo. Los más intransigentes son los que no han tenido contacto con la guerra. Pero cuando uno ha sangrado, un quiere una cura.

Sobre la impunidad y la justicia en el proceso de paz, Íngrid considera que se van a separar a los guerrilleros de a pie de los que se han lucrado de la guerra. Esos tienen que rendir cuentas y van a pagar cárcel.

Y luego remata:

Todos tenemos que aportar y a todos nos va a doler. Pero podmos quedarnos con la guerra y estaríamos condenando a nuestros hijos”.

También se refirió a su frustrada demanda al Estado por su secuestro, de la que luego desistió: “En ese momento no entendí lo que sentían los colombianos, me faltó sensibilidad”, dijo.

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