El Bronx es una república independiente de zombis, infectados desde antes de nacer por el virus degenerativo de la inequidad

El Estado debe estar a la altura del desafío que le plantea esta olla situada en el centro histórico de Bogotá, advierte Sergio Ocampo Madrid en su columna de El Tiempo, en la que recuerda que la indigencia es uno de los problemas más indescifrables de la civilización; “el último eslabón de las cosas que nunca logró resolver la revolución industrial, […] porque es el resultado lógico y fatal de esa maquinaria capitalista que tritura todo y debe producir algún ripio, algún desecho final”. Critica a los “Estados indolentes que configuró el capitalismo” que, “movidos más por estadísticas, indicadores, tecnicismos que por consideraciones humanas y éticas” ven la indigencia no como una vergüenza ni un fracaso, sino como “un problema de seguridad y un contratiempo estético”. El problema de inseguridad que representan obedece a que son una “nueva raza” que “no comparte nada con el resto de la sociedad, ni las valoraciones, ni los frenos mínimos, ni la persuasión de la ley ni los señalamientos sociales”. Y hace una triste observación: “La suya es una lógica terminal en la que ya no hay nada que perder. Y el diagnóstico de la psicología es desalentador, en el sentido de que la mayoría es irrecuperable”.

Las historias del sector de El Bronx están escritas sobre la destrucción del ser humano

Esas historias están envueltas “en los vapores del bazuco, del alcohol barato y de los cuartuchos que alojan la prostitución”, describe El Colombiano en su editorial. “Se revuelven con el delirio diario en casas utilizadas para mantener a indigentes esclavos de la droga, e incluso de viviendas convertidas en centros de descuartizamiento”, por lo cual considera que “era inevitable que ante semejantes niveles de degradación de la vida las autoridades reaccionaran”, y enfatiza en que “había que ocupar aquel lugar de faenas espantosas, tétricas”. El diario antioqueño recomienda que, ante los hallazgos en El Bronx, en el resto del país no se debe detener la intervención en esas ‘ollas’ en las que “miles de seres humanos se degradan a niveles impensados, mientras que otros se lucran económicamente y extienden los tentáculos de un poder mafioso que no conoce límites ni dignidades”.

A muchos no les conviene el regreso de Salud Hernández-Mora a la libertad

“Sus valerosas y agresivas columnas han hecho de ella una persona inconveniente para un sin número de personajes poderosos que descansarían mejor sin la puya constante de sus escritos”, sostiene María Clara Ospina en su columna de El Nuevo Siglo. También asegura que la periodista “ha logrado crear una red de personas que viven en los territorios más abandonados y que confían en ella, en su seriedad y su voluntad de contar cosas que nadie más se atreve”. Esa es la razón por la que está “en la mira de muchos y no es arriesgado pensar que su vida ya corría peligro de tiempo atrás y con seguridad, hoy, aun después de haber salido ilesa de su secuestro, no pocos desean deshacerse de ella”.

Fuerte postura de Luis Almagro frente a la catástrofe venezolana le está dando a la OEA el brillo que hacía rato había perdido

Y lo había perdido precisamente desde que Hugo Chávez y Lula da Silva “buscaron neutralizar al organismo regional, inventándose el embeleco de Unasur que agonizando espera que le apliquen los santos óleos para sacarlo de su paquidérmica miseria”, explica Marcos Peckel en su columna de El País, de Cali. Y destaca que un síntoma de que Almagro está teniendo éxito son los cada vez más virulentos y destemplados ataques de los que es objeto por parte de chavismo. “Los venezolanos que padecen cada día más la crisis económica, social, política, energética, sanitaria y el colapso de la sociedad esperan, sin fundamento alguno quizás, una solidaridad continental que no se ha manifestado y que no llega”, agrega Peckel. “En ese oscuro túnel brilla Almagro y quedará por ver si esa luz llega a la agobiada Patria de Bolívar o se apaga en la hoguera de la política regional”.

LO ÚLTIMO