El caso hubiera pasado desapercibido, de no ser porque la madre es la reconocida, y muchas veces polémica, columnista de El Espectador Piedad Bonnett, que decidió hacerlo público.

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Bonnett es madre de Daniel Segura, un joven que se suicidó lanzándose de un edificio en Nueva York el 14 de mayo de 2011, cuando tenía 28 años.

En enero de 2016, el profesor de la Universidad de los Andes envió a Bonnett un trabajo de uno de sus estudiantes, en el que este se refería a su hijo, en particular cuando fue profesor del Gimnasio Campestre.

En redes sociales, la periodista Claudia Morales identificó al docente como Lucas Ospina, que, según el blog ‘Ensayista’, dirigió el trabajo de tesis de grado de Segura en Los Andes.

“Dice el estudiante que mi hijo ‘sufrió la mala fortuna de enseñar en un colegio masculino teniendo una voz algo afeminada. Cada clase, sin falta, se la montábamos y nos reíamos en su cara. Parecía que él no se lo tomaba personal, pero para poder dictar su clase nos tenía que gritar o amenazar con jodernos disciplinariamente’. Años después, cuando se enteraron de su suicidio, dice: ‘yo sólo podía pensar en un evento cómico’. Según él, mi hijo enfureció, tomó a uno de los muchachos del cuello ‘y le metió la cabeza debajo de un pupitre repitiéndole en un tono amenazante, pero pasivo, que si no paraba la jodedera no lo iba a soltar’. Pero ellos siguieron riéndose, sobre todo de su cara roja, ‘probablemente muy similar a la cara roja que vieron quienes pasaban por la calle cuando Daniel se votó (sic) desde su apartamento y dejó pintado el piso de sangre’. La conclusión del estudiante es triunfante: ‘la cosa fue que nosotros todavía teníamos tiempo para vivir, nosotros no decidimos quitarnos la vida, así que decidimos reír otro rato’”, dice Bonnett en su columna de El Espectador.

Se desconocen las razones que llevaron a Ospina a enviar el trabajo a Bonnett, pero la columnista formula interrogantes desde su dolor de madre:

“¿Acaso informarle, por si no lo sabe, que su hijo sufrió de burlas e irrespeto por parte de sus alumnos, para los que trabajó con dedicación y afecto durante dos años? ¿Hacerle cambiar de opinión sobre la condición serena y respetuosa de Daniel, mostrándole que tuvo una reacción violenta? ¿O tal vez hacerle recrear la imagen de su cara contra el pavimento, por si no la tiene?”.

Bonnett critica la actitud indolente de Consejo Superior de la Universidad de Los Andes, que supuestamente tiene la responsabilidad de “sancionar y rechazar toda forma de amenaza, acoso, matoneo, maltrato, discriminación…”.

De todas formas, es claro que a esta historia le faltan pedazos de información, en especial las motivaciones del docente para enviar el trabajo a la madre (¿provocación? ¿falta de reflexión y cuidado?), y de esta para hacer público el episodio (¿revanchismo, ánimo de venganza hacia el docente y la institución, simple catarsis?).

Bonnett publicó un libro sobre la muerte de su hijo titulado ‘Lo que no tiene nombre’.

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