Así lo registra la revista Semana en el recuento de los hechos que estremecieron al país la semana que termina.

Hace exactamente una semana, el arquitecto Rafael Uribe Noguera presuntamente secuestró, torturó, violó y asesinó a la niña de 7 años.

Semana simplemente describe a la mujer como una con la que “tendría algún tipo de relación sentimental”.

Esta mujer sería clave para esclarecer los hechos, como lo es su hermana Catalina, señalada por la Fiscalía General de la Nación de haber alterado la escena del crimen, junto con su hermano, el reconocido abogado de la firma Brigard & Urrutia Francisco Uribe Noguera.

Por su cercanía con el presunto asesino, estas mujeres, como otras que están comenzando a aparecer, también podrían dar pistas no solo de lo que pasó sino de su perfil sicológico.

Entre las mujeres que están apareciendo hay una que escribió una carta anónima, con el título “Fui novia de Rafael Uribe Noguera y quiero contar mi historia”, reseñada por El Espectador, en la que afirma “algo en su personalidad no encajaba”.

La mujer, que asegura haber sido su pareja hace 5 años, cuando Uribe Noguera tenía 33, dice que este “era irregular, impulsivo, complejo y hasta grosero. A veces las discusiones parecían más de un muchachito de bachillerato que de un hombre hecho y derecho”.

Agrega que al enterarse de su comportamiento con el trago, las drogas, la rumba y las prostitutas, “sin duda, los límites se desdibujaron para él y su necesidad de saciarse resultó en esta tragedia”.

Las mujeres fueron una constante en la vida de Uribe Noguera.

“No era un estudiante brillante… pero a cambio era el ‘chacho’ de su grupo: bien plantado, exitoso con las mujeres, valiente, destacado delantero y arrojado frente a lo que fuese una nueva experiencia”, dice la revista Semana, quien agrega que se graduó de bachiller del Gimnasio Moderno en 1996 con una fama de galán arrollador.

No se sabe en qué momento su perfil de seductor encantador se tornó en algo con matices se enfermedad mental, pero lo que sí es cierto es que el abuso del alcohol y las drogas contribuyeron a que se hiciera evidente.

Momentos antes de salir de la Clínica Navarra hacia los juzgados de Paloquemao en Bogotá, él mismo lo reconoció, según reseña Semana: “Pueden averiguar, yo soy una persona tranquila, educada, cero problemática, pero cuando me meto los pases (de cocaína) se me salen todos los demonios”.

Y los relatos de demonios exteriorizados abundan. Se han reseñado celos enfermizos,  uso de prendas femeninas, intentos de violación, sexo con prostitutas adolescentes… y el aberrante caso de Yuliana.

Se habla de que sus celos enfermizos lo llevaban a prohibirle a su novia ver el programa de televisión ‘Guardianes de la bahía’ porque aparecían hombres semidesnudos.

“En otra ocasión tuvo líos con su prometida cuando a esta se le empezaron a perder los zapatos y vestidos, y un día ella descubrió  que él guardaba las prendas para ponérselas sin que nadie lo viera”, dice Semana, que recuerda que en otra ocasión lo encontraron durmiendo la borrachera en uno de los apartamentos del edificio donde vivía, al que había entrado sin permiso, ataviado con las prendas de la dueña.

También se ha documentado el intento de violación de una mujer de 41 años.

“Eso fue aquí en el puente subiendo al barrio Bosque Calderón. Ella pudo escapársele gracias a la fuerza. Ella misma dice que alcanzó a pegarle en los testículos. Con eso alcanzó a escaparse”, declaró el esposo de la afectada, que prefirió no revelar su identidad, consultado por Caracol Radio.

El hombre, que es vecino del barrio Bosque Calderón, añadió: “Ella me dice que el man estaba una camioneta negra y que intentó abordarla. Él estaba empeloto e intentó abordarla para llevársela. Pues me imagino que no sería para jugar con ella. Iba era a violarla”.

Las fiestas con prostitutas en su apartamento, en particular adolescentes, también están documentadas. Hasta hay registro de una multa en el barrio Santa Fe, zona de tolerancia en Bogotá.

El periodista Luis Carlos Vélez anticipó en su cuenta en Twitter un capítulo que está por escribirse: “Caso #Yuliana tiene pinta de tener detrás una poderosa red de prostitución y tráfico de menores. Vamos a verle la cara al diablo”.

Pero tampoco está escrito el capítulo de cuando giró su gusto por las adolescentes al comportamiento depredador mostrado con Yuliana, a quien acechó por mucho tiempo, y a quien, según versiones, ya había subido a su carro y manoseado, otra forma de abuso sexual.

Es claro que en Uribe Noguera hay un patrón creciente.

“Los sicópatas buscan cada vez más emoción y para ello se arriesgan más. Van creciendo. No les importan las consecuencias de sus actos y los tiene sin cuidado el daño que causan o el dolor de la víctima, eso más bien los excita”, dijo a Semana el perfilador criminalístico Javier Augusto Rojas.

Eso probablemente explica los mordiscos desgarradores que le dio a Yuliana y las torturas a las que la sometió.

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