Ambos analizan el bochornoso momento en que el Vicepresidente golpea a un integrante de su esquema de seguridad en Ciénaga de Oro (Córdoba), en donde él y su equipo presentaban la segunda parte del programa de casas gratis.

Por la dignidad que encarna el cargo de Vargas Lleras, las imágenes se esparcieron como pólvora y, de paso, en opinión de Duncan, demostraron que los rumores sobre el carácter del Vicepresidente eran ciertos.

“Por alguna razón –sea su poder, su pertenencia a una élite social exclusiva de Bogotá o simplemente porque su personalidad es la de un patán–, […] Vargas Lleras se siente con el derecho de irrespetar a la gente y los espacios que considera inferiores a su posición”, dice Duncan.

Para él, simbólicamente, lo ocurrido “está lleno de perversos mensajes a la sociedad” que comienzan con la forma como la presentadora de CM& que dio a conocer el video porque “se esmeró en revivir el prejuicio de las ‘bellas pero taradas’ cuando se le ocurrió sonreír con el episodio, como si fuera simplemente una travesura de una celebridad”.

Duncan cree que “muchos colombianos comparten el mismo sentimiento de indignación con las actitudes de Vargas Lleras”, y considera “inmoral” que alguien que considera a ciudadanos de segunda sea su presidente, y asegura que por puro respeto a la sociedad, Vargas Lleras “merece que lo manden a comer m…”.

Sevillano, en cambio, no piensa tanto en los ciudadanos como en las personas que ofrecen los servicios de seguridad a las personalidades, y plantea las siguientes preguntas: “¿Es la primera vez que el alto funcionario agrede a un subalterno suyo?; ¿será el único personaje protegido en Colombia que reacciona de esta manera sobre uno de sus guardias de seguridad?”.

De ahí concluye que Vargas Lleras “es una persona grosera, que acostumbra a gritar a todo el que se encuentre a su alrededor, no sé si con el ánimo de hacerse sentir o de hacerle sentir a los demás, que su voz se encuentra por encima de la del resto de la humanidad”.

Pero no se queda en eso y dice que es “un ser desafiante, soberbio y arrogante”, y añade que desconocía que en medio de sus constantes arranques de ira, se le podían despertar agresiones físicas sobre otro. “Reacción que a una persona que ostenta la dignidad de vicepresidente de la República, no le queda nada bien”.

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