Asegura que el atraso en los pagos, el paro camionero y el riesgo geológico de la obra fueron algunas razones por las cuales él pidió la prórroga del contrato, publicó El Espectador.

Comenta que le debían en total 93.000 millones de pesos, pero que si le hubieran entregado 63.000 millones lograba culminar las obras.

Recuerda que el contrato original era de 70 meses. Desde abril de 2009 hasta 2015, pero se perdió un año. Y agrega en la entrevista:

En marzo de 2015 me dicen: le vamos a dar 20 meses para que termine. Pero se pactaron unas cantidades de plata, un cronograma de desembolsos. Me tenían que dar plata. Eso sumaba $274.000 millones atados a 20 desembolsos. Esto se firmó por presión del alto gobierno. Y pusieron condiciones financieras para que yo no cumpliera. Se jodieron porque cumplí. Pero el Invías se atrasó en los desembolsos”.

Recuerda que se hizo ese convenio para que hubiera flujo de caja pero no pagaron y era plata para meter en la obra. Los desembolsos que se debían hacer en junio se hicieron en septiembre, el de septiembre en noviembre y el último pago no se hizo.

Asimismo, explica por qué cree que hay detrimento patrimonial.

Lo que a mí me falta, que es el 8 %, lo termino con $63.000 millones, porque tengo una ventaja adicional, tengo todo allá. Pero si viene un contratista nuevo, le vale $90.000 millones o $100.0000 millones.

Por eso también habla de mala fe, según él, el 11 de noviembre de 2016, 20 días antes de terminar el contrato, el director del Invías le entregó una carta donde la interventoría daba su concepto sobre la prórroga:

La había pedido por tres meses y el concepto era que me la tenían que dar por siete meses. El contrato se vencía el 30”.

Aun así, Collins contaba con la prórroga de Invías. Pero el primero de diciembre recibió una carta que decía que el comité de prorrogas no había aceptado y que se había acabado el contrato el 30 de noviembre.

Culmina diciendo que el Estado le adeuda uno 400.000 millones de pesos y que el gran problema es que las constructoras son grandes financiadoras de las campañas políticas y que él no apoya ninguna.

Y reitera que Germán Vargas Lleras alguna vez le dijo a un nieto suyo (de Collins) que iba a sacar a su abuelo del túnel de La Línea y de la obra Bogotá-Girardot.

A propósito, el Vicepresidente manifestó que espera que se presenten contratistas serios y responsables a una nueva licitación que abrió el Invías para la construcción de la última fase del túnel, señaló Caracol Radio.

En este momento las obras del Túnel de la Línea se convierten en un elefante blanco para Colombia, pues solo tienen un 89 % de ejecución, recuerda la emisora.

Al mismo tiempo, los trabajadores siguen trabajando normalmente sin el pago respectivo del mes de diciembre por lo que hacen un llamado a las autoridades para que se dignifiquen sus derechos, concluyó Caracol .

Por su parte, la Anif concluye de manera un poco pesimista que:

El tiempo de entrega luce mucho más distante que el 2017-2018 prometido por Collins, no solo por la incertidumbre presupuestal y legal del nuevo contratista, sino por la misma complejidad geológica y de acceso al interior de la frágil Cordillera Central. Guiándonos por la cuasi-infalible Ley de Hierro de la Infraestructura, lo más seguro es que esta obra del túnel de La Línea se esté culminando por allá en el 2022 (duplicando su tiempo de construcción) y con un costo cercano a los $1.8 billones (triplicando su valor inicialmente estimado).

 

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