Esa es la primera aclaración que es necesario hacer. Pues la figura del profesor de cátedra “estaba concebida como personas expertas que no tienen ninguna intención de vincularse a la universidad, sino que quieren ofrecer servicios en algunos temas”, le explicó el nuevo rector de la Universidad de Antioquia, John Jairo Arboleda, a El Espectador.

El académico agregó que “hay que hacer esfuerzos desde las universidades y el Gobierno para mejorar las condiciones de contratación y disminuir el número de profesores de cátedra”. Sin embargo, desde hace algunos años, en Colombia pasa todo lo contrario porque en las universidades se popularizó contratar por horas dictadas, lo que le permite a las universidades disminuir costos y suplir la demanda de clases.

A esa conclusión llegó una de las profesoras con las que conversó ese diario. Varios de los testimonios dejaron ver que los que tienen contratos como docentes de planta, son los afortunados.

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Las versiones de los profesores dejaron ver que ni siquiera está establecido el contrato que deben tener, pues algunos firman por sólo 12 semanas, que en la práctica es lo que dura el semestre académico. Entre tanto, otro profesor aseguró: “La mayoría de contratos son de ocho meses, entonces durante cuatro meses uno tiene que buscar otras cosas que hacer”.

El aspecto que se debe resaltar allí es que no les brinda estabilidad porque los contratos son a término definido, por lo que no pueden tener seguridad de un trabajo fijo más allá de ese tiempo.

Otro de los aspectos que preocupa es el tema de los salarios. El Espectador explica que “dependiendo de la institución, la hora de clase dictada se paga entre $ 35.000 y $ 40.000 si el profesor sólo tiene pregrado, unos $ 60.000 si tiene maestría y $ 120.000 en caso de que tenga doctorado”.

En ese sentido, como son pocos los docentes que tienen doctorado en Colombia, el pago los obliga a trabajar mínimo en tres universidades dictando ocho horas a la semana en cada una para redondear un salario de $ 1’800.000, según le aseguró un docente a ese diario. A eso se le suma que no pagan “todo el trabajo que hay detrás, como preparar la clase, corregir los exámenes o, incluso, ir a vigilar un examen extra cuando el estudiante paga por un supletorio”, agregó otro.

La investigación del diario agrega que el doctorado es otra piedra en el zapato de los profesores, primero porque la mayoría de las universidades lo exigen para ser docente de planta, y además es a los de planta, y no a los de cátedra, a los que le ofrecen apoyarlos con esos estudios.

Pero además tienen otras barreras y requisitos como los famosos escalafones, o porque les exigen tener investigaciones o publicaciones en revistas indexadas, lo que tampoco es sencillo. Primero, porque les demanda más tiempo que deben con el trabajo en varias instituciones y segundo, porque son muchos docentes detrás de lograr un artículo en pocos espacios y oportunidades en esas revistas.