El editorial de El Colombiano recuerda en su arranque que Medellín está incluida dentro del listado de las 10 ciudades más contaminadas de América Latina, hecho por la Organización Mundial de la Salud.

“Y aunque inicialmente se dijo que se trataba de un nuevo fenómeno de polvo llegado del Sahara, se demostró luego que no fue por eso. Con una topografía tan cerrada como la del Aburrá, la falta de vientos y de lluvias no permitió evacuar los contaminantes emitidos en un 80 % por fuentes móviles, generando una capa grisácea casi permanente, conformada principalmente por partículas finas, del tamaño de 2,5 micras, las más nocivas para la salud, cuyos niveles han superado con frecuencia el máximo permitido por la normatividad, en especial en las horas de la mañana en las que ha habido valores críticos”, dice El Colombiano.

Por su parte el columnista Juan José Hoyos, también apoyándose en estudios de la OMS, compara lo que pasa en Medellín con lo ocurrido en Nueva Delhi, capital de la India, la ciudad más contaminada del mundo. Y no es desproporcionada la comparación.

“El aire de Medellín está en niveles tan exagerados de contaminación, que hay momentos del día en los que ni siquiera se ve más allá de 500 metros. El fenómeno es tan complejo que los puntos de monitoreo de calidad del aire registran los 160 microgramos de contaminación, superando en tres veces la media nacional, que es de 50 microgramos, y más de seis veces la media internacional recomendada por la Organización Mundial de la Salud -OMS-, que es de 25 micras”, dice el informe, citado por Hoyos.

Héctor Abad, se enfoca más en las soluciones:

Hay que desestimular el uso del transporte privado, carros o motos, con motores de combustión. Las motos no pueden ser el negocio de unos cuantos para que los pobres se transporten y se maten en ellas. Y nos maten con ellas. Hay que ponerles a las motos y a los carros impuestos urbanos de contaminación. Radicales, draconianos. Y tomar medidas más drásticas aún de pico y placa, el día entero. Hay que desarrollar otras líneas del metro… Hay que poner más líneas de buses eléctricos o de bajas emisiones. Debe haber más tranvías y estimularse el uso de bicicletas y motos eléctricas de poca potencia”, dice el escritor en El Espectador.

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