San Francisco, un barrio humilde vecino a la pista del aeropuerto internacional Rafael Núñez de Cartagena, era hoy un hervidero de gente en medio de un inusual operativo de seguridad que incluye a decenas de policías e integrantes de la Infantería de Marina en vehículos blindados, así como a miembros de organismos de socorro.

Desde la madrugada, vecinos y visitantes empezaron a situarse en los alrededores de la iglesia de San Francisco de Asís, a la que el obispo de Roma se dirigirá tan pronto aterrice en esta ciudad.

Un palco fue improvisado por lugareños, que aprovecharon la llegada del ilustre visitante para ofrecer a 2.000 pesos sillas de plástico para presenciar en primera fila el saludo de Francisco.

“Yo me acuerdo del otro papa”, relataba a sus amigos Wilson Julio, quien observaba por televisión, como si de un partido de la selección colombiana de fútbol se tratara, el recorrido de despedida del papa en Bogotá.

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Según dijo a Efe, tenía unos 10 o 12 años cuando vio al papa polaco en la zona de Chambacú, ubicada en la parte turística de la ciudad, y aunque admite que no recuerda el rostro del hoy santo Juan Pablo II, confió que Francisco le deje “muchas bendiciones para los proyectos” que tiene en mente.

Para Melchor Rodríguez, quien viajó por carretera desde el noreste de Venezuela hasta Bogotá, Villavicencio y ahora Cartagena siguiendo la ruta de la visita papal, la llegada del Vicario de Cristo apareció como lluvia de mayo al darle una oportunidad para trabajar.

“No he vendido mucho, pero vamos bien”, aseguró Melchor, que ofrecía banderas y cintas alusivas al papa por 2.000 pesos.

Este joven, con una camándula en el cuello y quien ayer durmió en los alrededores de la iglesia de San Francisco aprovechando que hay “seguridad”, confesó que llegó al país “a trabajar, a buscar plata para llevar comida para Venezuela”, donde le aguardan sus tres hijos.

Juan, un cartagenero de 55 años pero que aparenta unos diez menos, ofrecía por su parte botones con la imagen del pontífice a 1.000 pesos, y celebró que la visita del papa ha traído “bastante rodaje y buenos personajes” al barrio.

Con una vitalidad envidiable para sus 77 años, Sonia Jiménez, que vive en la calle 71 de San Francisco y tuvo que volver apresurada en busca de su documento de identidad para poder superar los controles instalados en los alrededores de la iglesia y ubicarse entre los invitados especiales, aseguró que pedirá bendición y paz al papa.

“Nos ganamos ese premio”, dijo entre risas doña Sonia, quien consideró que el papa eligió a esta parroquia “por llevar el nombre de San Francisco de Asís”.

Después de visitar San Francisco, el papa se dirigirá a la zona amurallada de Cartagena, donde estará en la iglesia de San Padro Claver y la catedral de Santa Catalina de Alejandría y posteriormente oficiará una misa campal ante unas 280.000 personas, su última actividad pública de esta visita al país.

Con EFE.

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