Según contó Acevedo, la gente que “habla sin saber” sobre la vida de María Andrea Cabrera, que murió el pasado 4 de febrero, la motivo a escribir la carta.

“Como su amiga y acompañante de varias rumbas puedo asegurar que no consumía ningún tipo de droga”, afirmó la joven.

Acevedo explicó que María Andrea no necesitaba ningún tipo de sustancia para ponerse “en ambiente” en una fiesta.

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Dijo que por tratarse de una joven “clase alta”, muchas personas asumen que María Andrea era consumidora de algún tipo de estupefaciente.

También dedicó un parte de su texto para describir la relación que tenían María Andrea y una de sus amigas que estuvo con ella el día de su muerte, Lina María León.

A continuación, la carta completa de Daniella Acevedo dedicada a la joven fallecida.

Para quienes no tuvieron el placer de conocer a Andrea Cabrera.

Hoy después de dos semanas de la muerte de una de mis amigas más cercanas y tras leer miles de comentarios de personas que no la conocieron y que dan por sentado que consumía drogas por su estrato, edad, o lo que sea, decidí contarles un poco sobre la niña de la que hablan sin saber.

Andrea era una bacana, chistosa, alegre, relajada. Andrea era feliz, sencilla, humilde. Transmitía paz por su manera de ver la vida. Si pienso en ella la recuerdo sonriendo e incluso logro escuchar su risa burlona. Era buena amiga, pendiente, preocupada pero sobre todo incondicional.

Se graduó de La Sabana de Comunicación Social y Periodismo, allí mismo hizo su práctica y desde entonces trabajó en esta institución hasta su último día. Era responsable, buena profesional. De ahí que su misma universidad la escogiera para que hiciera parte de su equipo.

Como su amiga y acompañante de varias rumbas puedo asegurar que no consumía ningún tipo de droga. Ni en fiestas de vallenato, reguetón, salsa o electrónica. Su personalidad siempre fue eufórica, nunca necesitó de nada para ponerse “en ambiente”.

Andrea era una mujer con principios, a pesar de ser la más relajada de nuestro grupo de amigas tenía muy claro qué estaba bien y qué estaba mal. Le tenía respeto a la droga, no le interesaba probar ningún tipo de sustancia.

Amaba a Dios, era una mujer virtuosa, llena de fe. Cuidaba, valoraba y adoraba a su familia. Su papá era su héroe, su mamá su reina y su hermanito su mejor amigo. Era amada, protegida y valorada por ellos.

Sobra decir que era hermosa físicamente porque supongo que de eso todos ustedes ya se dieron cuenta, pero les garantizo que su belleza más grande era la interior.

Andrea y Lina María León eran mejores amigas, inseparables. Ambas muy parecidas por su conducta intachable pero personalidad montadora. De ahí que se dijeran “twins”. Tenían una amistad particular, ambas llenas de vida, de sueños. Se cuidaban como hermanas y se amaban como tal.

Hoy, intentando asimilar que Andre no está y viendo el rumbo que ha tomado su investigación me duele el alma porque al igual que su familia siento la necesidad de que se limpie su nombre y se aclare que su muerte fue por intoxicación a causa de consumo INVOLUNTARIO de éxtasis.

Andrea se fue y no hay manera de revivirla o devolver el tiempo. Partió teniendo apenas 25 años, con mucha vida por delante. Sí, Andrea era de clase alta, pero eso no disminuye el dolor de su familia o de sus amigos. Eso no hace que no sea una víctima de personas inescrupulosas. Por favor, no la juzguen por ser una niña con dinero. No discriminen la gravedad de su caso por su nivel social.

No, Andre no era drogadicta ni consumidora ocasional. No, Lina no consume ni bebe licor. Yo que sí las conozco lo puedo asegurar. Yo que he convivido con ellas puedo meter mis manos al fuego porque sé quiénes son.

Ella era Andrea Cabrera inocente, libre de drogas. Era mi amiga, me duele su ausencia y me atormenta la injusticia.