Aunque el exteniente Cristian Felipe Arteaga Santacruzy y el expatrullero Jhoann Manuel Álvarez, adscritos al CAI del barrio ‘Alberto Galindo en Neiva, no aceptaron su culpa en los delitos de secuestro simple, tortura y abuso de autoridad, la investigación apunta a que serían los responsables de agredir brutalmente a Irma Julieth Usaquén Rueda.

Así lo reseña este lunes el Diario La Nación al indicar que además de estos dos procesados, las autoridades buscan a Jeimy Marcela Rodríguez Lozano y a Yeison Arley Palacio Ospina, otros dos policías que también habrían participado en los hechos.

Y es que aunque los uniformados se declaren inocentes otra cosa dice el juez, que luego de analizar pruebas y testimonios concluyó que los procesados “son un peligro para la sociedad”.

Una de esas pruebas es el desgarrador testimonio de Irma Julieth Usaquén, a quien los policías se llevaron por la fuerza en una patrulla señalando que era “cómplice del hurto de una motocicleta bajo la modalidad de halado”, agrega ese medio.

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No obstante, la joven explicó por primera vez al periódico Ole Mi Diario como sucedieron los hechos, y aseguró que la confundieron porque tenía las mismas características de la mujer que supuestamente había estado en el hurto.

“Me llevaron por detrás del barrio Villa Cecilia, un sitio enmontado y solitario por donde pasan los tubos de la petrolera con crudo caliente, me bajaron de la camioneta halándome del cabello, me golpearon en repetidas ocasiones con puños y patadas en la cara y el estómago, y también en la cabeza con la cacha del arma. Me decían que yo tenía que dar razón de una moto que se habían robado ahí en el barrio”.

Después, cuenta a ese medio Usaquén, “me sentaron a la fuerza en los tubos y me amenazaron con quemarme la cara”.

Aunque en un principio ninguna autoridad creyó su versión, Usaquén se contactó con La F.m. y allí mostró fotos y dijo que se había salvado gracias a unos soldados que patrullaban por el sector y que pararon las agresiones.

“Los policías me lavaron la cara con leche y me llevaron a la URI (…) ellos decían que me había caído de una moto en una persecución por robo, pero cuando un fiscal me mandó a Medicina Legal allá se dieron cuenta que tenía quemaduras de tercer grado”.

Hoy día y con las cicatrices en su cuerpo, la joven volvió al lugar de los hechos acompañada de Noticias Caracol y allí recordó el triste episodio.

“Me acuerdo que cogieron excremento de vaca seco y me obligaban a comérmelo”, agregó Usaquén, que dice tener miedo porque la han llamado a ofrecerle dinero para que arregle por las buenas.

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