Este hombre, de unos 35 años, lleva 7 años aprovechándose de la buena voluntad de los capitalinos e inventándose tremenda película para que la gente sienta compasión y le dé dinero para que supuestamente viaje desde Bogotá a su natal Soatá (Boyacá), según El Tiempo.

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La anterior denuncia hecha por el diario se basa en el testimonio del comunicador Julián Ospina, que recientemente cayó en el engañó del aparente campesino, que se le acercó, lo conmovió con su falsa historia y lo motivó a regalarle 20.000 pesos.

Pero, además, se fundamenta en una columna de opinión que encontró el comunicador y que fue escrita en enero de 2010 por la periodista María Antonieta Solórzano en El Espectador. En la publicación, la mujer quiso homenajear a Escobar:

“Desde esta columna quiero hacerle un homenaje a este campesino de Soatá, que nos da la oportunidad de ser solidarios y ayudarnos a nosotros mismos”.

Ospina cuenta que mientras compraba un desayuno en Chapinero, el hombre, nervioso, le dijo: “Ayúdeme, sumercé. No sé cómo llegar a mi casa en Soatá. Dígame por dónde es la salida, que yo llego”. El comunicador dice que miró en su celular y se percató que era muy lejos, y Escobar en ese momento le preguntó: “¿Será muy lejos para irme caminando? Yo soy capaz”.

La afirmación incitó a Ospina a preguntar qué había pasado, por lo que el sujeto contó que había llegado en la madrugada a Corabastos para vender unos “cabritos” debido a una difícil situación económica, y recibió 2 millones por la venta, pero cuando iba rumbo al terminal unos uniformados con brazaletes le quitaron los billetes porque estaban falsos.

Además, el ‘campesino’ mencionó que no tenía cómo pagar el pasaje y que en la terminal no lo dejaron subir al bus, pese a que les prometió a los vendedores que les pagaría en su tierra.

Ante esa triste historia Ospina le entregó los 20.000 pesos, por lo que el ‘campesino’ le agradeció y le dijo: “Cuando vaya a Soatá, pregunte por mí. Allá soy muy conocido y vivo en las afueras del pueblo. Vaya para invitarlo a comer cabrito y dátiles”, citó El Tiempo.

Por su parte, la columnista, en ese entonces conmovida por la situación y satisfecha por su acto de bondad (de también regalarle dinero), relató en su columna ‘Lo que me enseñó Eduardo Escobar’:

“Me impactó la dignidad y angustia de este hombre. Estaba decidido a llegar a pie a su pueblo antes de pedir limosna […] Cuando le di las indicaciones y el dinero para volver al terminal, el corazón me dolía, lo único que deseaba era que este hombre, que me ofreció que cuando fuera a su tierra preguntara por Eduardo Escobar para darme las gracias regalándome cabrito y dátiles, llegara a salvo a su hogar”.

Si la columnista viera que su gesto de buena fe fue aprovechado por un timador, seguramente se sentiría triste de que la humanidad se beneficie de las personas que aún confían y quieren ayudar al prójimo.

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