El diario reconoce, en su editorial sin embargo, que la negociación polarizó al país, y describe en términos generales los acuerdos, y asegura que si son aprobados en el plebiscito en octubre, “los colombianos tendrán la oportunidad notable para hacer realidad el potencial de una nación que ha sufrido décadas de violencia, desigualdad arraigada e instituciones débiles”.

Respecto a los acuerdos de justicia y amnistía para los guerrilleros, el periódico reconoce:

El arreglo no es ideal, e inevitablemente dejará muchos crímenes sin castigo pero si es administrado cuidadosamente, podría permitir a muchas víctimas obtener justicia, mientras mantiene a los criminales de guerra -incluyendo miembros de las fuerzas armadas- responsables en cierta medida de las peores atrocidades de la guerra”.

Sobre la participación de los miembros de las Farc en política y las curules que se les van a asignar en el Congreso, uno de los temas que más polariza a los colombianos, ‘The New York Times’ dice que este y otros grupos se formaron durante una época en el que segmentos de la sociedad se sintieron excluidos y encontraron que el proceso político era impenetrable para todos, excepto para las élites, por eso concluye:

La construcción de un sistema político más incluyente reduciría el riesgo de que las comunidades marginadas en el futuro consideren la violencia como el medio más eficaz para lograr un cambio”.

El periódico ve con buenos ojos no solo el compromiso de las Farc de dejar el negocio de las drogas, sino el restablecimiento del control gubernamental en las regiones donde se cultiva coca como una forma eficaz de combatir este flagelo.

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