Aunque Trump cambie su imagen y modere su retórica para lucir más “presidencial”, las cuentas no le van a cuadrar

“Su electorado, compuesto mayoritariamente por hombres anglosajones, no será suficiente para compensar su menor popularidad entre las mujeres y los votantes negros, y sobre todo el rechazo de los latinos”, asegura Andrés Oppenheimer en una columna de El Colombiano. También dice que si bien es cierto el argumento de Trump de que está atrayendo cifras récord de republicanos a las urnas, también es cierto que que la cantidad de votos demócratas ha aumentado. “De acuerdo con el Pew Research Center, la asistencia republicana a las urnas en las primarias de este año ha aumentado en un 7,5 por ciento con respecto al 2012, mientras que la de los demócratas ha aumentado en 5.4 puntos porcentuales”.

Si Trump fuera presidente de EE. UU., su estrategia de negocios se confundiría con la del Estado

Además, la estrategia de relaciones bilaterales y multilaterales pasaría a un segundo plano, sostiene Jaime Pinzón López en su columna de El Nuevo Siglo, que califica como insólita la promesa del precandidato republicano de hacer trizas los acuerdos comerciales y multar las importaciones desde México y China, al igual que de dejar de comer galletas Oreo. “El doble discurso sobre América Latina, zona para invertir personalmente sin aceptar migración a los Estados Unidos mezcla intereses personales y públicos, agrega este columnista. “Conformamos una identidad cultural, de hábitos, valores e idioma que merece respeto. La doctrina de ‘Primero América’ […], que se refiere a la prioridad de los intereses estadounidenses por encima de la estabilidad del mundo, es errónea.  Los dirigentes del continente están en mora de enfrentar el poder-obediencia  como política de Estado en el caso de una victoria de Trump”.

Los ‘ministerios’ que han funcionado durante estos casi dos años han sido de mentiras

Y lo han hecho en actitud típicamente colombiana de tapar realidades con palabras, dice Alfonso Gómez Méndez en su columna de El Tiempo, al referirse al estatus que se les había dado a los consejeros presidenciales en los últimos dos años. “En el último ‘remezón’, el Presidente conservó, ahora llamándolos ‘consejerías’, varios de los flamantes ‘ministerios’. Lo curioso es que a algunas de esas consejerías les adscribió ‘direcciones’ de verdaderos ministerios con estructura administrativa legal”, advierte, y pone como ejemplo las direcciones de seguridad y drogas, que chocarían con funciones propias de los ministerios de Salud, Justicia y Defensa, o de la Policía Nacional. “Y en el Consejo Nacional de Estupefacientes, que fija la política antidrogas, tiene asiento medio gabinete”.

La crisis venezolana se aproxima a una encrucijada decisiva, en la que nadie sabe qué pasará

“Lo que sí se sabe es que el desenlace ocurrirá en 2016 pues las largas que se estaban dando se acabaron”, advierte Andrés Hoyos en su columna de El Espectador. Para él, “la espiral descendente produce vértigo: no solo faltan medicinas y comida, no solo el crimen campea en las calles, no solo la burocracia no trabaja y se dan largos cortes de luz en toda la geografía, sino que ni siquiera es posible producir cerveza”. Plantea tres escenarios para ese país: (i) uno regular en el que la OEA invoca la Carta Democrática y el régimen se queda corto en sus propósitos, y la MUD logra que se convoque un referendo revocatorio antes del fin de 2016 y casi con seguridad Maduro pierde su puesto; (ii) uno malo, en el que Maduro y su cáfila evitan el referendo revocatorio o lo demoran hasta 2017, en cuyo caso no hay nuevas elecciones, sino que el vicepresidente asume el poder; y (iii) uno pésimo, que es la salida violenta, “de la cual es preferible no hablar tanto, pues hay antecedentes de sobra que muestran que un baño de sangre es un túnel en el que se entra un día y se sale 40 años después, si es que se sale”.

Los jefes de Estado del Brasil y Venezuela están atravesando un viacrucis político

Perdieron su credibilidad y respaldo, lo cual afecta aún más el desastroso comportamiento económico de sus países, dice Alfredo Carvajal Sinisterra en su columna de El País, de Cali, aunque resalta que el caso de Venezuela es más dramático, porque “se encuentra en estado agónico”. Nicolás Maduro y Dilma Rousseff perdieron su capacidad para gobernar y se desconoce el final de la película, agrega. “Ambos presidentes se encuentran inmersos en procesos jurídicos, cuya finalidad es destituirlos”.

 

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