A Facebook y Google anula las formas distintas de pensar

El Espectador hace una reflexión muy interesante sobre lo difícil que es enriquecer las ideas con tanta influencia de los medios sociales y las redes.

“Primero fue Google, que fue acusado de mostrar resultados de búsqueda muy distintos dependiendo de quien busca (…), lo que logra es que esa persona no se vea expuesta a posiciones que podrían nutrir su punto de vista e incluso cambiar por completo su manera de pensar”, afirmó el editorial de este medio.

Pero ahora, “un anuncio reciente, la red social (Facebook) dijo que modificó su algoritmo para que los usuarios vean sólo aquel contenido de sus familiares y amigos “que de verdad quieran ver” y que los “entretenga”. ¿Qué pierde una persona cuando sólo es expuesta a lo que quiere ver?”, pregunta El Espectador.

¿La elección es aislarse y ver el mundo desde una perspectiva individual? Opine usted también.

Parece que los colombianos solo hablan el lenguaje de los gritos

Y en el más pesimista y bochornoso escenario de la desinformación y las mentiras. “El problema es que cuando abundan las mentiras, todo el debate se reduce a denunciarlas. Y en este debate, las preguntas de fondo —que las hay, y muchas—, sobre educación y sobre cuál es la mejor manera de enseñar la diferencia, quedaron silenciadas”, apunta un editorial de El Espectador.

El diario insinúa que el alto gobierno está manejando un lenguaje conservador para abordar los grandes debates nacionales porque está necesitado de mantener una imagen, si bien no tan positiva, lo más equilibrada posibles antes de que los colombianos voten por el plebiscito.

El periódico se pregunta si la opinión sucumbirá ante las “estrategias perversas de manipulación” en una lucha por mantener la influencia política a base de vender miedo.

Las grandes mentiras de la oposición actúan como si fueran caballos de Troya

Al menos eso es lo que sostiene el exministro de defensa Gabriel Silva Luján quien está advirtiendo, desde su columna de opinión en El Tiempo, que “la ultraderecha ha construido tres caballos de Troya conceptuales para penetrar la muralla de las mayorías que quieren darle el sí a los acuerdos que se están ultimando en La Habana”. El primer caballo sesga el sentido del plebiscito porque no es votar por Santos sino se trata de escoger entre la paz y la guerra; el segundo, confunde a los ciudadanos sobre el alcance del plebiscito; y el tercero, afirma que todo “se puede echar por la borda y sentarse de nuevo a negociar sin que pase nada”.

Que el Estado abra los ojos ante la tecnología

Guillermo Santos Calderón sugiere en su columna de El Tiempo al Gobierno que haga una encuesta para que confirme con la opinión pública que la aplicación de Uber es mejor alternativa que los antipáticos taxis amarillos.

“Lo que el Estado tiene que hacer, en especial quienes determinan las leyes y normas para estos nuevos servicios, es quitarse la venda de los ojos, mirar hacia el futuro y ver si de verdad van a beneficiar a los colombianos, y establecer normas que sirvan para mejorarles la vida a los usuarios”, concluye.

El plebiscito no es para preguntar sobre la paz

“El efecto del fallo es claro. Quienes voten No, no estarán diciendo “no a la paz”, pues no se trata de decir si o no a la paz. Se trata de decirle si o no a la negociación con las Farc de Juan Manuel Santos. Del cielo a la tierra la diferencia. Por eso los efectos del plebiscito, dice la misma Corte, no se extienden a ninguna rama del poder público diferente al Presidente de la República”, sostiene el columnista Juan Lozano para El Tiempo.

Para Lozano, el resultado del plebiscito debe ser una respuesta política al presidente Santos: “Si es un Sí es un Sí a Santos, si es un No, es un No a Santos y a su acuerdo con las Farc”, señaló.

 

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