Los hechos ocurrieron entre el 2000 y 2004 en esa parte de Santander y de ello se responsabiliza al ‘Frente Comunero Cacique Guanenta’, del Bloque Central Bolívar.

Aunque la rectora, Lucila Gutiérrez, y su esposo, Luis María Moreno, niegan haber tenido conocimiento de los hechos, los testimonios de las menores son abrumadores.

El Espectador dice que conoció la medida de aseguramiento y, afirma, el matrimonio “les abrió las puertas a los “paras”, los acompañó en fiestas y, lo más espeluznante, la entonces rectora facilitó toda clase de abusos sexuales en las instalaciones del colegio, al punto de promover bazares y reinados para exhibir a las niñas”.

Se señala a un ex policía, Carlos Alberto Armario, alias ‘Víctor’, como mayor responsable: “le gustaban las mujeres: de cualquier edad, “y su fórmula de convencimiento era darles bebidas alcohólicas para obtener su objetivo sexual”. A muchas menores las engatusaba en principio ofreciéndoles regalos, dinero y hasta los vestidos de grado. Luego promovía fiestas, las obligaba a asistir, las encerraba en los cuartos y las abusaba mientras al cinto le colgaba un revólver. Su ritual era el mismo: las empujaba a la cama, les decía que tenían que hacer lo que él dijera y, sin chistar, dejar que se fuera la noche”, dice El Espectador citando testigos en la investigación.

La niña coronada como reina fue llevada por alias ‘Víctor’ a un motel en Piedecuesta donde la amarró y le pegó y sostuvo relaciones sexuales apuntándole a la cabeza. “La segunda vez que abusó de ella le dejó chocolates y flores”, dice la Fiscalía, citada por ese mismo diario.

Otra de las menores relata cómo la rectora siguió trabajando en su computador mientras alias Víctor la besaba a la fuerza. Otra, que apenas iba a comenzar el abuso, la rectora salió de la oficina.

La madre de una de las menores le hizo frente a alias ‘Víctor’ mientras tenía sentada a su hija en las piernas y este le dijo, según el relato de El Espectador: “Vieja hijueputa… Vaya vieja maricona y me hace un tinto”.

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