Este lunes, temprano, el pontífice abordó el Boeing 777 de la compañía italiana Alitalia, que despegó del aeropuerto romano de Fiumicino a las 08.55 horas locales. Luego de recorrer más de 12.000 kilómetros desde Roma, arribará a Santiago a las 8:10 de la noche hora local (6:00 de la tarde hora colombiana) para dar inicio a su sexto viaje a América Latina, que lo llevará también a Perú.

Durante su estancia de tres días en Chile, se reunirá con autoridades, comunidades indígenas, religiosos y pobres, en Santiago, Temuco (600 km al sur de Santiago) e Iquique (1.800 km al norte), donde oficiará multitudinarias misas.

El papa argentino, de 81 años, regresa a un Chile muy diferente del que conoció en sus años de seminarista, en la década de los sesenta.

Los abusos sexuales perpetrados por cerca de 80 religiosos a menores han golpeado duramente el corazón del catolicismo.

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Desde 2010, cuando se destapó el caso del influyente sacerdote Fernando Karadima, condenado por el Vaticano por abuso sexual de menores, la confianza de los chilenos en la Iglesia católica cayó en picada hasta un 36%, según una reciente encuesta de la consultora Latinobarómetro. El 59% de los chilenos se declaran católicos.

Problemas y conflictos

La iglesia “tiene problemas y está en un discurso valórico de reafirmación, apuntando hacia el reforzamiento de la familia, el rechazo al aborto y al matrimonio homosexual, pero atravesada por sus conflictos internos: sacerdotes que han tenido abusos sexuales”, dijo Cristian Parker, especialista en sociología de la religión de la Universidad de Santiago.

La Conferencia Episcopal chilena reconoció el viernes que en una carta enviada en 2015, Francisco recomendó pedir la renuncia o darles un año sabático a tres prelados, uno de ellos el obispo Juan Barros de la ciudad de Osorno (sur), acusado de encubrir el caso de Karadima, pero el entonces representante del Vaticano lo impidió.

Durante los tres días que permanecerá en Chile, Francisco se reunirá con víctimas de la dictadura, pero no está previsto que lo haga con víctimas de sacerdotes pederastas.

El papa llega a un Chile en pleno cambio social que acaba de aprobar el aborto terapéutico y tramita en el Parlamento el matrimonio homosexual, tras la adopción de la unión civil de parejas del mismo sexo.

Su primera actividad en Santiago será un encuentro con la presidenta socialista Michelle Bachelet, agnóstica confesa e impulsora de esta transformación social, que entregará el poder el 11 de marzo al conservador Sebastián Piñera.

Grupos de laicos, movimientos proabortistas, feministas y de homosexuales anunciaron manifestaciones contra la visita de Francisco.

El descontento por su visita se hizo más evidente con los ataques con explosivos que tuvieron lugar el viernes contra varias iglesias en Santiago, que según la policía habrían sido obra de grupos anarquistas.

“Papa Francisco las próximas bombas serán en tu sotana”, indicó un panfleto dejado por los atacantes.

Uno de los puntos álgidos de la visita será la misa multitudinaria que oficiará en el parque O’Higgins, un enorme pulmón verde de la ciudad donde se esperan unas 400.000 personas.

En Temuco, Francisco, que se ha erigido en defensor de los indígenas del continente, denunciará los abusos sufridos por la comunidad mapuche, con una minoría cada vez más radicalizada que reivindica sus tierras ancestrales y sus tradiciones.

El jueves en Iquique, un punto neurálgico de la inmigración, concluirá su visita con otra misa en una playa a orillas del océano Pacífico.

En Chile también se reunirá con jóvenes, los pobres de los pobres y visitará una cárcel de mujeres.

Las autoridades esperan que lleguen a Chile cerca de un millón de argentinos, bolivianos y peruanos para ver al papa. En las fronteras se ha incrementado en un 96% el contingente habitual de funcionarios en periodo estival y en un 63% en el Paso Internacional de los Libertadores —el principal cruce entre Argentina y Chile en plena cordillera de los Andes.

Unos 18.000 policías garantizarán la seguridad del pontífice, que en sus casi cinco años al frente de la iglesia de Pedro todavía no ha visitado su país natal.

“Me parece una falta de respeto que el papa no haya ido a visitar Argentina primero (…) a darnos un aliento”, dice Alejandra, una italo-argentina que vive en Mendoza y que no piensa ir a verlo en Chile.

Desde Iquique el papa argentino viajará a un Perú en plena convulsión política y social por el indulto al expresidente Albert Fujimori, que había sido condenado a 25 años por corrupción y crímenes de lesa humanidad.

Salpicado también por abusos sexuales, el Vaticano decidió recientemente intervenir el influyente movimiento laico Sodalicio de Vida Cristina para acallar recriminaciones de impunidad por abusos sexuales.

AFP

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