Su origen se ubica entre entre los años 325 y 359, y aunque la curiosidad por conocer su sabor es bastante alta lo más factible es que nunca se pruebe debido a que se trata de una reliquia. De hecho, científicos han solicitado diversos permisos para abrir la botella y analizar su contenido; sin embargo, han sido rechazados. Aún así, el diario ABC da pistas de su sabor: el líquido es una mezcla de miel, aceite y vino.

Sobre el envase como tal, el medio señala que cuenta “con capacidad para un litro y medio de líquido y un asa a cada lado, probablemente para facilitar el consumo del vino sin necesidad de utilizar vasos o copas”.

Esta botella fue descubierta en 1867 gracias a una excavación que se realizaba en la región alemana de Renania-Palatinado y actualmente se encuentra expuesto en el Museo Histórico del Palatinado, en Espira (Alemania).

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