Probablemente es su nuevo equipo, modificado por el candidato la semana pasada, el encargado de “pulir a Trump, de hacerlo ver más presidencial, serio y digno del cargo que busca”, escribe Gary Legum, para Salon.

Legum se refiere a la serie de acciones que ha emprendido en los últimos días el candidato, notablemente mucho más calmado de lo que suele ser. Por ejemplo, fue a visitar a las víctimas de las inundaciones de Luisiana, (antes de que fuera el presidente Obama) y les repartió víveres. Es decir, por primera vez en 14 meses de candidatura, Trump participó en un evento público que no era un acto de campaña.

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En otros intentos de ‘cambio’, el jueves pasado, el magnate inmobiliario sorprendió a muchos cuando se declaró arrepentido de las palabras hirientes que ha pronunciado en la carrera electoral.

“A veces, en el fragor del debate y hablando sobre una gran variedad de temas, no se escogen las palabras correctas y se dicen cosas equivocadas”, señaló Trump durante un acto en Charlotte, Carolina del Norte.

Y el viernes su campaña emitió el primer anuncio televisivo, e intentó persuadir a los negros de votar por él.

“Ningún grupo en Estados Unidos ha sido más perjudicado por las políticas de Hillary Clinton que los negros”, dijo, evocando desproporcionados niveles de pobreza, desempleo y escuelas fallidas. “¿Qué tienen que perder probando algo distinto como Trump? (…) ¿Qué diablos tienen que perder”, señaló.

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El domingo, su nueva jefe de campaña, Kellyanne Conway, sugirió que Trump estudia moderar su plan sobre los inmigrantes indocumentados, un tema al que siempre ha planteado como solución la expulsión sin oportunidades del país.

El candidato rechazó haber cambiado de opinión sobre su plan migratorio, aunque puntualizó: “Queremos llegar a una respuesta muy firme pero justa (…) Tiene que ser firme, pero también queremos llegar a algo justo”.

Pero la disculpas de Trump no parecen realmente muy convincentes. Para Marty Kaplan, del Huffington Post, el discurso en el que dijo estar arrepentido “créanlo o no”, solo fue una muestra de sus mentiras de siempre. “Con razón toda la multitud se echó a reír ante lo absurdo de eso”.

De hecho, Kaplan menciona un video de fragmentos en los que se le preguntaba a Trump en varios momentos si se arrepentía de haber hecho determinadas declaraciones, como decir que los mexicanos son violadores, y en ningún caso dijo lamentarlo. Incluso, aseguró que no le gusta arrepentirse de nada.

“Cuando un candidato cambia de un mensaje en las primarias (ejemplo, ‘los negros dan miedo’) a un mensaje contradictorio en general (‘los negros están sufriendo’), o cuando un nominado pasa del matoneo (…) a la sensibilidad, su campaña calcula que su base de votantes y los indecisos simplemente les seguirán el juego”, escribe Kaplan.

Sin embargo, plantean Legum y Kaplan, la pregunta que esos cambios ponen sobre la mesa es si existen motivos para creer que Trump tiene la suficiente “disciplina” para mantener esa fachada hasta las elecciones de noviembre o si, como siempre, va a dejar que el “narcisista” y “mentiroso patológico” que es salga a la luz.

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