De acuerdo con el diario Washington Post, el presidente intervino personalmente en diseñar y dictar una justificación para la controvertida reunión, que fue realizada en la Torre Trump de Nueva York y cuyo contenido sigue rodeado de misterio.

La denuncia sobre la participación directa del presidente en definir la narrativa para explicar esa reunión está en clara contradicción con las declaraciones del mandatario sobre el caso, del cual dijo que no conocía detalles de la agenda de su hijo durante la campaña.

Como existe una investigación llevada adelante por un Fiscal Especial sobre la eventual complicidad entre el comité de campaña de Trump y funcionarios rusos, la intervención del presidente podría ser vista como una tentativa de encubrir información potencialmente trascendente.

La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee, dijo este martes que el presidente “dio su opinión” sobre el caso “como cualquier padre lo haría”. Sin embargo, insistió en que el testimonio presentado por Donald Jr “fue verdadero y no contenía imprecisiones”.

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¿Adopciones, o ropa sucia?

A inicios de julio, mientras Trump participaba de la Cumbre del G20 en Alemania, la prensa estadounidense reveló que en plena campaña electoral de 2016, Donald Jr. había mantenido una extraña reunión con una abogada y dos empresarios rusos.

El entonces presidente del comité de campaña de Trump, Paul Manafort, y el yerno del aspirante presidencial, Jared Kushner, también participaron de ese encuentro.

Según el Washington Post, Trump y sus asesores decidieron que era esencial que Donald Jr. hiciera pública toda la información para evitar especulaciones.

Sin embargo, en el vuelo de retorno Trump cambió de idea, ignoró el consejo de sus asesores y dictó la declaración que Donald Jr. hizo posteriormente pública y que repetiría luego ante una comisión del Senado que lo convocó para dar testimonio.

Según esa versión, en esa reunión los interlocutores rusos solo estaban interesados en hablar sobre las trabas a la adopción de niños nacidos en Rusia por familias estadounidenses.

Sin embargo, correos electrónicos divulgados por el propio Donald Jr. sugieren que el equipo de campaña tenía expectativa de recibir de los rusos información comprometedora sobre la candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton.

La controversia sin fin sobre la complicidad entre funcionarios rusos y el comité de campaña se convirtió en una espesa nube de tormenta estacionada sobre la Casa Blanca y que el actual gobierno parece incapaz de disipar.

Crisis interminable

El caso ya generó momentos traumáticos en la Casa Blanca, comenzando por el propio Manafort, quien fue forzado a abandonar el comité de campaña ya antes de las elecciones.

También durante la campaña, agencias de inteligencia afirmaron que hackers rusos estaban por detrás del pirateo de miles de correos del comité de campaña de Clinton y su traspaso al sitio WikiLeaks, que los tornó públicos.

El primer funcionario en caer fue el general Michael Flynn, quien había tenido contactos con diplomáticos rusos antes de asumir el cargo de consejero de seguridad nacional, pero ocultó esa información a Trump y al vicepresidente Mike Pence.

Simultáneamente, el propio Secretario de Justicia y Fiscal General, Jeff Sessions, tuvo que recusarse de cualquier investigación sobre la ‘cuestión rusa’ ya que también había mantenido reuniones con funcionarios rusos durante la campaña.

El próximo en caer fue el director del FBI, James Comey, quien generó la ira del presidente por su negativa en dejar a Flynn fuera de las investigaciones.

Este ambiente caótico llevó al Fiscal General Adjunto, Rod Rosenstein, a nombrar al ex director del FBI Robert Mueller III como Fiscal Especial para llevar adelante la investigación sobre los lazos entre Trump y Rusia.

En las últimas semanas el caso parecía haber pasado a un discreto segundo plano ante el estallido de una abierta guerra generalizada por espacio político dentro de la Casa Blanca.

No obstante, la denuncia sobre la participación directa de Trump en la operación para justificar la reunión de su hijo con ciudadanos rusos en plena campaña electoral vuelve a situar el mandatario en el centro de la tempestad.

AFP