En una rueda de prensa improvisada en la Casa Blanca, el mandatario aprovechó la pregunta de un periodista para intentar poner fin a las críticas surgidas en los últimos días por el silencio que venía manteniendo en relación con la muerte de cuatro militares estadounidenses en Níger a principios de octubre.

En vez de contestar directamente a la pregunta, Trump optó por comentar que había escrito a las familias –aunque no sabía si las cartas ya habían sido enviadas– y que tenía la intención de llamarles por teléfono en algún momento, tal y como, según dijo, ha hecho “tradicionalmente”.

En vez de dejar así las cosas, el presidente republicano, que se refirió a esta tarea como la “más dura” de su cargo, pareció ver una ocasión inmejorable para criticar, una vez más, a su predecesor, el demócrata Barack Obama.

“Si te fijas en el presidente Obama y en otros presidentes, la mayoría de ellos no hacía llamadas telefónicas”, dijo.

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Esta afirmación provocó el estupor de varios periodistas, uno de los cuales acabó por preguntar al multimillonario cómo podía hacer semejante afirmación teniendo en cuenta que este tipo de gestos está sobradamente documentado, a lo que el mandatario contestó diciendo que es lo que le habían dicho.

La polémica, claro está, no tardó en llegar.

La afirmación provocó la reacción inmediata de un país que considera el trato a sus caídos casi una cuestión de Estado y que está acostumbrado a ver imágenes de sus compungidos líderes intentado reconfortar a los miembros de las llamadas familias de la “estrella de oro”, un reconocimiento que reciben los seres queridos de los militares caídos.

Una de las reacciones más viscerales fue la de la antigua jefa adjunta de gabinete de Obama, Alyssa Mastromonaco, quien utilizó la red social Twitter para decir que la afirmación de Trump era “una jodida mentira” y que el actual presidente es “un animal trastornado”.

El general retirado Martin Dempsey, que durante la Administración de Obama ocupó el cargo de jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., tampoco guardó silencio y publicó en su cuenta de Twitter que los dos últimos presidentes estadounidenses y sus esposas “trabajaron sin descanso al servicio de los caídos y de sus familias”.

“No es política. Verdad sagrada”, sentenció Dempsey.

Las más importantes cadenas de televisión del país dedicaron numerosas horas al asunto, al tiempo que hablaban con expertos y mostraban viejas imágenes de expresidentes reunidos con familiares y veteranos.

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Lejos de amilanarse, Trump optó hoy por hurgar en la herida y no dudó en utilizar la muerte en Afganistán hace siete años del hijo de su jefe de gabinete, el general John Kelly, para reafirmarse en su declaración.

“Pueden preguntar al general Kelly si recibió una llamada de Obama. Pueden preguntar a otra gente. Yo no sé cuál era la política de Obama. Yo escribo cartas y también llamo”, afirmó Trump en una entrevista de radio con Fox News.

La falta de tacto del actual presidente con los veteranos de guerra no es ninguna novedad y ha llevado en repetidas ocasiones a millones de ciudadanos a llevarse las manos a la cabeza.

Hace dos años, cuando aún pugnaba por ser el candidato presidencial de su partido, el neoyorquino no encontró mejor manera de arremeter contra el respetado e influyente senador John McCain que recriminarle su pasado como prisionero de guerra en Vietnam.

“No es un héroe de guerra (…). Se le considera un héroe porque fue capturado. A mí me gusta la gente que no es capturada”, dijo, menospreciando así los más de cinco años que McCain pasó en una cárcel de Hanoi, tiempo durante el que fue además torturado.

Aun más sorprendente fue cuando el actual presidente, que evitó el servicio militar hasta en cinco ocasiones, aprovechó el año pasado un acto de campaña para denigrar a los padres de Humayun Khan, un capitán del Ejército que falleció a los 27 años en Irak.

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El único pecado del padre del militar, de origen pakistaní, había sido mostrar su apoyo a la candidata demócrata, Hillary Clinton, motivo suficiente para que Trump restase importancia a su sacrificio e insinuara que si la madre no había dicho nada, “quizás” fuera porque su marido no se lo permitía por su condición de musulmán.

“Las acciones egoístas y divisionistas han minado la dignidad de de la Presidencia, una vez más (Trump) le ha mostrado al país su inmerecido liderazgo de nuestra gran nación”, señalaron los Khan en un comunicado enviado hoy por la pareja al diario The Hill.

Duras palabras que no hacen sino reflejar el sentimiento de millones de ciudadanos, pero que difícilmente harán mella en un presidente que ha dejado claro en numerosas ocasiones que no se instaló en la Casa Blanca con el propósito de hacer amigos.

EFE

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