“¿Con todos estos ‘expertos’ fallidos que dan su opinión, alguien cree verdaderamente que esas conversaciones y un diálogo tendrían lugar entre Corea del Norte y Corea del Sur si yo no hubiera sido firme, fuerte y estar listo a comprometer todo nuestro ‘poderío’ contra el Norte?”, escribió el mandatario en un tuit.

“Tontos, pero las conversaciones son una buena cosa”, precisó.

Hace dos días, la embajadora estadounidense en la ONU, Nikki Haley, se mostró mucho más reservada, estimando que ese diálogo corría el riesgo de ser un simple “remiendo” si no se incluía el tema de la prohibición de “todas las armas nucleares en Corea del Norte”.

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Pyongyang multiplicó en estos últimos meses sus disparos de misiles balísticos y llevó a cabo su sexta prueba nuclear. En respuesta, el Consejo de seguridad de la ONU impuso múltiples sanciones contra Pyongyang.

Pero 2018 comenzó con una tónica diferente, con una aparente voluntad de apaciguamiento.

Las dos Coreas reabrieron un canal de comunicaciones mediante un teléfono rojo, que estaba cerrado desde 2016, después de que el dirigente norcoreano Kim Jong-un hiciera mención a una participación de su país en los Juegos Olímpicos de invierno a realizarse en febrero en la ciudad surcoreana de Pyeongchang.

Seúl respondió a esta apertura sobre el tema olímpico proponiendo mantener conversaciones de alto nivel el 9 de enero, que se realizarían por primera vez desde 2015.

AFP