Sin embargo, antes de exaltar las bellezas de la ‘madre patria’, la mujer aclara qué no es ser español: no es llevar la bandera del país, ni gritar frases de odio, ni llevar “una pulserita en la muñeca”, ni cantar el ‘Cara al sol’, en referencia al himno de la Falange Española de las JONS, un desaparecido partido político de extrema derecha.

Parece claro que su crítica está dirigida a aquellas personas que, antes del referendo independentista del pasado domingo, se manifestaron con gestos y cánticos que recordaron la época más oscura del fascismo, bajo el que se rigió España por varias décadas.

Pero para la crítica, la autora solo dedica un párrafo. Los demás son un recorrido por España de punta a punta, en los que menciona los climas, las playas, las comidas, la música y otros privilegios y placeres que, con seguridad, le deben erizar la piel a más de un ibérico.

El final, asegura que lo otro, o sea las manifestaciones con tintes nacionalistas de los últimos días, son “política”, pero eso no es ser español. Y quienes mezclan ambas cosas, también lo hacen mal, porque ser español, dice, no es “desear que le partan la cara a nadie”, una nueva referencia a la polarización en la que está el país.

Nos permitimos transcribir el texto, originalmente publicado en Facebook:

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“No cariño, tú no eres español. Ser español no es llevar la bandera, ni gritar como un berraco frases de odio que espero que no sientas. Tampoco lo es ponerse una pulserita en la muñeca, ni cantar el cara al sol. El concepto de ser español es algo totalmente distinto, o al menos lo debería ser, porque a estas alturas de la historia yo ya no sé qué decirte.

Como española que soy, te voy a contar lo que para mí es ser español:

Ser español es arder cuando arde Doñana o temblar cuando tembló Lorca; es sentarte a escuchar historias de meigas en Galicia y llegar a creértelas; es ir a Valencia y no sentir rabia por leer un cartel en valenciano, sino que te agrade poder llegar a entenderlo y es presumir de que las Canarias nada tienen que envidiarle al Caribe.

Sentirse español es sufrir por no haber podido vivir la movida madrileña, enamorarte del mar al oír Mediterráneo de Serrat, es pedirle borracha a tu amiga catalana que te enseñe a bailar sardanas, querer ir a Albacete para comprobar si su feria es mejor que la de Málaga y sorprenderte al ver lo bonita que es Ceuta.

Para mí ser español es presumir de que en Andalucía tenemos playa, nieve y desierto; sentir casi mérito mío que un alicantino esté tan cerca de un Nobel, pedirle a un asturiano que me enseñe a escanciar la sidra y morirme de amor viendo las playas del País Vasco en Juego de Tronos.

También es española la cervecita de las 13.00, el orujo gallego, la siesta, el calimotxo, la paella, la tarta de Santiago, las croquetas de tu abuela y la tortilla de patatas. Lo son las ganas de mostrarle lo mejor de tu ciudad al que viene de fuera y que tú le preguntes por la suya; es hacerte amiga de un vasco y pedirle que te enseñe los números en euskera, por si pronto vuelves a por 2 ó 3 pintxos; es enorgullecerte de ser el país ejemplo a nivel mundial en trasplantes, de formar parte de la tierra de las mil culturas y de ser los del buen humor.

No hay nada más español que se te pongan los vellos de punta con una saeta o con una copla bien cantá, atardecer en las playas de Cádiz, descubrir casi sin querer calas paradisiacas en Mallorca, hacer el camino de Santiago en septiembre maldiciendo el frío o que Salamanca y Segovia te enseñen que no hay que ser grande para ser preciosa.

Así que, acho, picha, miarma, perla, tronco, tete, mi niño… eso es ser español, lo otro es política. Pero si de política quieres impregnar este concepto, también te vuelvo a decir que te equivocas: porque ser español no es desear que le partan la cara a nadie, es sufrir la situación de paro de tu vecino o el desahucio que has visto en la tele; ser español no es oprimir el SÍ o el NO de toda una comunidad autónoma, es indignarte cuando nos llaman gilipollas con cada nuevo caso de corrupción; ser un buen español es querer que en tu país no haya pobreza, ni incultura, ni enfermos atendidos en pasillos del hospital y, joder, querer quedarte aquí para trabajar y aportar todo lo que, durante tanto tiempo, precisamente aquí has aprendido.

Eso es ser español, o al menos, eso espero.”

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