Edificios convertidos en escombros, vehículos aplastados, campamentos improvisados para los damnificados y comercios y escuelas cerrados son el desolador paisaje de varias poblaciones de la provincia occidental de Kermanshah, fronteriza con Irak.

En los alrededores de los edificios en ruinas de la población de Sarpul Zahab, la más damnificada, cientos de personas esperaban con angustia noticias de sus allegados, desaparecidos desde que anoche la tierra tembló.

Para algunos nunca llegaron buenas nuevas. La joven Moradijah, explicó que su tía y sus dos primos estaban bajo los escombros de un edificio de protección oficial, fue testigo horas más tarde de que cómo los equipos de rescate sacaban sus cuerpos. Sin poder controlar el llanto, la estudiante contó: “Anoche llamamos por teléfono a nuestros familiares y, al no poder localizarlos, vinimos a buscarlos”.

Las tareas de rescate y desescombro, en las que se emplean perros rastreadores y grúas, debieron detenerse momentáneamente en alguna ocasión a causa de las réplicas del temblor. Otros tenían familiares heridos.

Numerosos edificios se derrumbaron y los daños son por ahora difíciles de cuantificar, debido a que todavía permanecen cortadas las comunicaciones y las carreteras de acceso a algunas zonas remotas.

La amplitud del desastre colapsó o destruyó los centros sanitarios de las localidades más afectadas como Sarpul Zahab, Eslamabad Gharb y Ghasr Shirin. Ante esta situación, las autoridades enviaron diecinueve helicópteros y tres aviones a dichas zonas, algunas de las cuales como Ghasr Shirin parecían ciudades fantasma, para trasladar a los heridos a hospitales cercanos. En estas labores también se utilizaron unas 140 ambulancias.

El presidente iraní, Hasan Rohaní, dijo hoy que es “imperativo que todos los organismos competentes y de socorro trabajen en plena colaboración para proporcionar ayuda, alojamiento y atención a los heridos”.

También garantizó que su Gobierno apoyará a las víctimas con “todos sus recursos, movilizando todas las capacidades a nivel nacional y local”.

Sin embargo, muchos de los damnificados no ocultaban su malestar por la falta de ayuda tras perder sus viviendas y tener que alojarse en tiendas de campaña.  Un hombre de 32 años que pudo escapar de su casa antes de que se derrumbara asegura que no tienen “ni agua ni comida”, y acampa ahora en un parque de Sarpul Zahab, donde se registra el mayor nivel de destrucción y más víctimas mortales.

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Al margen de los parques, han sido habilitados campamentos en otras zonas de Kermanshah y en provincias vecinas, debido, además de a la destrucción, a que servicios básicos de agua y luz se han visto dañados.

Tras el terremoto hubo más de un centenar de réplicas, según el Centro Sismológico de Irán, que situó el epicentro a 11 kilómetros de profundidad en la localidad fronteriza iraní de Azgale.

Las réplicas, algunas de 4,7 grados, se han sentido en varias provincias del norte, oeste y centro de Irán, incluida la capital, Teherán, así como en países de la zona como Irak, Turquía y Kuwait.

Los terremotos en Irán son frecuentes, pero este ha sido el más potente de los últimos años.

Los más graves hasta la fecha se produjeron en diciembre de 2003 y en junio de 1990, cuando perdieron la vida respectivamente 31.000 y 37.000 personas, respectivamente.

EFE

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