La iniciativa, impulsada por un grupo sin afiliación política, propone que cada suizo y cada extranjero residente desde al menos cinco años debe recibir del Estado un subsidio mensual, sin tener en cuenta si la persona trabaja.

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“Es un sueño que existe desde hace tiempo”, pero que se convirtió en “indispensable” debido al desempleo provocado por la creciente robotización, explicó a la AFP uno de los líderes de la iniciativa, Ralph Kundig.

El ministro suizo de Interior, Alain Berset, doctor en Economía, cree que es “algo utópico”. Junto a él, el gobierno, el parlamento y los partidos políticos, excepto los Verdes y la extrema izquierda, se oponen a la idea de una RBI.

“Es un sueño viejo, un poco marxista. Son muchos sentimientos buenos irrefutables pero sin ninguna reflexión económica”, observó el director del Centro Internacional de Estudios Monetarios y Bancarios de Ginebra, Charles Wyplosz, que comentó a la AFP que si la relación entre la remuneración y el trabajo se acaba, “la gente hará menos”.

La cantidad del ingreso y su financiamiento deben ser definidos por el parlamento. La iniciativa sugiere una mensualidad de 2.500 francos suizos (2.260 euros y 2.533 dólares estadounidenses) para los adultos, con la que es muy difícil vivir, y de 625 francos (565 euros y 634 dólares) para los menores.

En total se trata de un desembolso de 208.000 millones de francos suizos para todo el país, según las autoridades, que tendrán que encontrar una fuente de financiación suplementaria para cerca de 25.000 millones de francos, “lo que supondrá la aplicación de unos recortes drásticos o de un incremento de los impuestos”.

Los defensores de la iniciativa sugieren eliminar las ayudas y los seguros médicos o crear un impuesto sobre las transacciones electrónicas.

“Actualmente en Suiza hay pagos electrónicos que corresponden a 100 billones de francos suizos cada año. Si usted toma ese 0,2%, esto permite generar 200.000 millones”, explicó el director del Instituto de Banca y Finanzas de la Universidad de Zúrich, Marc Chesney.

Para los Verdes, la RBI asegura un “mínimo vital”, una ventaja para los empleados, que podrán resistir mejor a la presión del mercado de trabajo y rechazar condiciones laborales deplorables”.

El director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, una agencia de la ONU), Guy Ryder, no llegó a posicionarse pero reconoció que la transformación a largo plazo del mundo laboral llevará a las sociedades a “encontrar medios de distribución de ingresos nacionales que no estén directamente relacionados al trabajo o al salario”.

En Suiza, la renta de base incondicional debería quedarse en una utopía ya que el 71% de la población se mostró en contra en el último sondeo realizado por el Instituto GfS Berne.

AFP

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