Bree Schmidt dice que aprendió a disparar a los 5 años de edad y continuó la práctica hasta los 20, pero decidió parar un día que le disparó de lejos a un gorrión y le atravesó el corazón: “Solté el arma, rompí en llanto y me prometí jamás volverle a disparar a un ser viviente… hasta ahora”, destaca el portal Vox.
La razón de volver a comprar un arma tiene que ver con que no se siente segura, y no solo por la masacre de Orlando, sino porque está cansada de que cuando va manejando, mientras la luz del semáforo cambia a verde, le griten desde otro auto cosas como “machona”, o que algún “viejo depravado” la escupa en la calle por su apariencia que no es nada femenina.
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Según un informe de la BBC, las ventas de armas en junio de 2016, comparadas con igual mes del año pasado subieron un 6,9 % para Smith & Wesson y 8,5 % para el fabricante Sturm, Ruger and Company; dicho incremento se atribuye a la masacre en Orlando.
Finalmente, Schmidt dice que no siente temor y que en Estados Unidos hay muchos Omar Mateen (el asesino de la discoteca gay de Orlando) que han sido creados por la misma sociedad estadounidense: “No se trata de islamismo extremo, se trata de hombres que son forzados a mostrar que son machos y quienes deben esconder su verdadera sexualidad. Esos son más peligrosos que los terroristas”.
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