La posibilidad de que en un país como Alemania vuelva a suceder un atentado como el del mercado de invierno de Berlín es muy alta, si se tiene en cuenta que ese país tiene 80 millones de habitantes y 44 millones de vehículos, dice un artículo de The Atlantic.

La nota llama la atención sobre lo sencillo que es utilizar un vehículo como arma mortal en contra de la población desprevenida, al tiempo que destaca que tanto la canciller Angela Merkel como la población no están dispuestos a ceder ante el terror de pensar en que se vuelva a repetir un atentado como este, que dejó 12 personas muertas y más de 50 heridos.

Las opciones que les deja a los habitantes este terrible episodio, según The Atlantic, son:

  1. Acordonar los espacios públicos, lo cual transformaría la vida normal de las personas.
  2. Tratar de detener a los potenciales atacantes mediante el incremento de la vigilancia del Estado, lo cual supondría invasiones a la privacidad de la población civil.
  3. Tratar de minimizar la frecuencia y la gravedad de los ataques terroristas y tener la capacidad de reponerse cuando estos inevitablemente ocurran. Es decir, acostumbrarse a vivir con la amenaza de un ataque.

Situaciones como la que vivió la capital alemana el pasado lunes 19 de diciembre ponen en alerta a los pobladores, quienes se tornan paranoicos cuando se trata de ver un musulmán, un vehículo, un inmigrante o cualquier situación que les genere desconfianza, como lo muestra una conversación privada por el chat de Facebook entre un colombiano que vive en Berlín y la redacción de Pulzo.

En la conversación, básicamente, la conclusión de este expatriado, profesional y con alto nivel de educación, es que todos los musulmanes son terroristas y que hay una “campaña” para hacer creer a la gente que “hay musulmanes buenos”, lo que demuestra que este tipo de atentado genera xenofobia, segregación y predisposición.

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