‘Watergate’, el escándalo más famoso de la historia política de Estados Unidos del siglo XX, que terminó con la dimisión del presidente republicano Richard Nixon en 1974, es un simil de la situación que vive el actual mandatario estadounidense Donald Trump con las supuestas conspiraciones rusas (‘Rusiagate’) durante la campaña presidencial del año pasado.

Estos son los 4 puntos clave en los que se asemejan ambos eventos, pese a ocurrir en siglos distintos:

  1. Características del hecho

Cuando se dio el escándalo de ‘Watergate’ en la década de los 70 en la sede del Partido Demócrata de Estados Unidos, el presidente a cargo, Richard Nixon, encubrió el robo de documentos clasificados por parte de personas de su administración y obstruyó la investigación que se llevó a cabo para encontrar a los responsables.

Ya en la época moderna, Trump ha hecho algo similar con respecto de la supuesta intromisión del gobierno ruso de Vladimir Putin en las pasadas elecciones de EE. UU. que dieron como ganador al magnate, en detrimento de Hillary Clinton.

  1. Personalidad del presidente

Nixon y Trump son hombres paranoicos y obsesionados por frenar aparentes fugas por parte de funcionarios dentro de su gobierno y que ellos consideran que están en su contra, explica Slate.

Es más, cada uno de ellos ha optado por denominar a estas personas de una cierta manera: Nixon los llamaba ‘contragobierno’ y Trump les dice ‘estado profundo’.

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  1. Subestimar al pueblo

El 13 de mayo de 1973, Richard Nixon le dijo al exasesor de la Casa Blanca, John Dean, con quien tuvo al menos 35 conversaciones sobre el encubrimiento de ‘Watergate’: “esta será una crisis principalmente entre los intelectuales de la clase alta; los idiotas (…), la gente del común, no lo pensará así a menos que los afecte”, quedó registrado en los documentos de la época.

Algo similar está ocurriendo con la actual situación Trump-Rusia ya que, como dice el columnista del New York Times David Brooks, “las élites políticas se dejan llevar por los escándalos. A la mayoría de los votantes no les importa”.

Si bien es cierto que Nixon tuvo razón durante un buen tiempo, pues el pueblo estadounidense estaba concentrado en otras necesidades, al final los ciudadanos ejercieron presión para la dimisión del mandatario.

  1. La pieza clave en el caso

Para nadie es un secreto que el escándalo de ‘Watergate’ hubiera tenido otro rumbo de no ser por ‘Deep Throat’ (‘garganta profunda’), un informante secreto que les reveló detalles clave a los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, del Washington Post, en 1972.

En 2005, después de 31 años de la renuncia de Nixon a la presidencia de EE. UU. y 11 de su muerte, se supo finalmente que el exdirector del FBI, Mark Felt, era ‘Deep Throat’.

'Deep Throat'
Mark Felt, ‘Deep Throat’ en 2005 / Getty

Si bien en el caso de ‘Rusiagate’ no hay un solo personaje clave, podría decirse que Michael Flynn y James Comey son las piezas fundamentales en el asunto.

El primero de ellos, exasesor de seguridad nacional de Donald Trump, debió renunciar a su cargo el pasado mes de febrero debido a sus polémicos contactos con Rusia y unas reuniones con el embajador ruso en Estados unidos, Sergey Kislyak, antes de su nombramiento, reportó BBC.

Ahora bien, Comey era el director del FBI hasta que fue destituido por el propio Trump a inicios de mayo, publicó el citado medio británico. Él fue el encargado de la investigación de la entonces candidata Hillary Clinton,  a quien acusó de “descuidada” en el manejo de información clasificada y reveló unos correos en un servidor privado que databan de la época en que fue secretaria de Estado (2009-2013).

Comey además había estado investigando la posible conspiración de algunos miembros del equipo de campaña de Trump con Rusia para influenciar las elecciones presidenciales de 2016.

El exdirector del FBI y Flynn aún no han dicho mucho para corroborar los vínculos, pero podrían ser una ficha clave en develar el ‘Rusiagate’.

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