Dicho secuestro simboliza este sangriento conflicto y es una moneda de cambio de alto valor político y mediático.

El domingo, varias de las niñas reaparecieron en un video publicado en YouTube por sus secuestradores, que rompieron un periodo de varios meses de silencio e incertidumbre.

El video, cuya fecha de filmación se desconoce, no fue difundido al azar sino en un momento en que el grupo yihadista, que juró lealtad al grupo Estado Islámico (EI), atraviesa una grave crisis.

El líder Abubakar Shekau utiliza las imágenes para afirmar su autoridad frente a su rival Abu Mosab al Barnaui, ungido como comandante por el EI a principios de agosto.

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“Este video está abiertamente ligado a la decisión del EI de reemplazar a Shekau por Barnaui como líder. También es un mensaje para el gobierno nigeriano”, estimó el analista Kyle Shideler, del Centro de Políticas de Seguridad.

“También es un recordatorio a los combatientes de Boko Haram, que el mayor éxito de propaganda de la organización, el secuestro de las niñas de Chibok, se hizo bajo su mando”, agregó el experto en riesgo.

El secuestro de 276 escolares de Chibok en abril de 2014 mientras rendían un examen provocó una ola de indignación y centró la atención mundial en la insurrección del grupo yihadista.

Desde entonces solo una niña, Amina Ali, fue encontrada viva, en una operación del ejército en la selva de Sambisa, en mayo de este año.

La noticia del secuestro causó un impacto a nivel mundial y muchas personalidades participaron en la campaña ‘Bring back our Girls’ (“Devuelvan a nuestras niñas”), organizada sobre todo en las redes sociales.

Esto dio al grupo yihadista una oportunidad que esperaba hace años: un eco internacional.

La resonancia que tuvo el caso “fue única”, estima Yan St-Pierre, de la consultora Modern Security Consulting Group (Mosecon), comparando el caso con el secuestro del soldado israelí Gilad Shalit y la crisis de los rehenes en la embajada estadounidense en Teherán en 1980.

AFP

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