Siete de los diez jueces del STF ya habían rechazado el recurso, en un debate iniciado al final de la tarde del jueves y que se prolongaba durante la madrugada del viernes.

El fallo despeja en principio el camino para que el viernes se inaugure la sesión, con la presentación de los argumentos de la acusación y de la defensa de Rousseff, denunciada por la oposición por presunta manipulación de las cuentas públicas.

El abogado general del Estado, José Eduardo Cardozo, había presentado el jueves por la mañana el recurso, denunciando “un proceso que violó el derecho de defensa de la presidenta Dilma Rousseff”. Advirtió asimismo que podría haber “otras acciones legales”, aunque sin precisar si estas se emprenderían antes o después del voto en la cámara baja.

La apertura de un juicio político requiere el apoyo de dos tercios de los diputados -342 de un total de 513- y la ratificación después por el Senado.

En ese caso, Rousseff, de 68 años, sería separada del cargo y reemplazada por su vicepresidente, el centrista Michel Temer, de 75. Y Temer completaría el mandato, hasta fines de 2018, si los senadores declaran a la mandataria, en un plazo de seis meses, formalmente culpable.

Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), perdió en los últimos tiempos importantes aliados y la tendencia se decanta desde hace varios días a favor de sus adversarios.

Según la encuesta del portal online del diario O Estado de S.Paulo, los partidarios del impeachment cuentan ya, desde el jueves por la noche, con los 342 votos necesarios para dar este paso en el que la mayor economía latinoamericana se juega su futuro a cara o cruz.

La presidenta niega haber cometido delitos que justifiquen su destitución, y denuncia una tentativa de “golpe de Estado” orquestada por Temer y por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, también del PMDB.

Los dos bandos convocaron a manifestaciones gigantes en Brasilia para seguir la votación del domingo.

Con el objetivo de impedir incidentes, las autoridades tendieron una enorme valla metálica de un kilómetro, que arranca frente al Congreso y rasga la monumental explanada de los ministerios, en el corazón de la capital.

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El jueves por la noche, unos 200 manifestantes antigubernamentales ya estaban en el lugar, junto a un camión con altavoces que animaba el ambiente y un hombre vestido de presidiario portando una enorme máscara con el rostro del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), mentor de Rousseff e investigado en el caso de corrupción de Petrobras.

A pocos kilómetros, dentro de un recinto deportivo junto al estadio mundialista Mané Garrincha, medio millar de partidarios de la mandataria acampa desde inicios de esta semana, a la espera de la votación del domingo.

“Ya somos unas 500 personas, pero para el fin de semana esperamos más de 100.000. Vinimos acá para hacer frente a este golpe”, dijo a la AFP el sindicalista Paulo Joao Estausia, de Sao Paulo.

Este sábado la propia presidenta Rousseff podría apersonarse en el lugar.

Con: AFP

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