Además, entre los presos heridos también hay un brasileño, un ecuatoriano, un paraguayo y un colombiano, cuyas identidades permanecen bajo reserva.

El viceministro de Régimen Interior, José Luis Quiroga, aseguró más temprano en una conferencia de prensa que un octavo preso había fallecido en las últimas horas en un hospital público, pero el Ministerio de Gobierno aclaró que los muertos son siete.

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Esa oficina explicó que el boliviano Carlos Herrera Onofre murió el jueves, pero no como producto del enfrentamiento en el penal, sino por una “enfermedad terminal” por la que llevaba varios días internado en el hospital.

Entre tanto, los presos muertos y más de una veintena de heridos, entre reclusos y policías, son por disparos de armas de fuego y golpes.

El gobierno realizó el operativo policial para tomar el control de Palmasola, pues arguyó que había “un completo desgobierno”, pese a que el ingreso de personas y productos está bajo supervisión policial.

En Palmasola, de unos 4.000 internos, había tranquilidad, mientras la policía reubicaba a reos peligrosos y conflictivos a otras cárceles.

Por otro lado, la Iglesia católica pidió aclarar el deceso de reos.

“Las muertes y el dolor que pudieron evitarse claman que se establezcan responsabilidades y sanciones justas e inmediatas”, señaló.

La estatal Defensoría del Pueblo abrió, por separado, una investigación y reveló que alertó de la presencia de armas en el penal y pidió que se precautele la vida de las personas.

En 2013, Palmasola fue escenario del más grave enfrentamiento entre presos registrado en Bolivia, que dejó 35 muertos.

Las cárceles bolivianas sufren un grave hacinamiento y son, según la OEA, las segundas más superpobladas de Latinoamérica, después de las de El Salvador.

AFP