Larsen explicó al diario noruego VG que un amigo suyo fue quien perdió el teléfono, pero dado que Larsen era más delgado que su amigo fue él quien intentó recuperarlo. Poco después terminó metido en el retrete, que no estaba conectado a una cañería, sino que funcionaba con un tanque que vaciaban una vez al año.

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“Obviamente era lo suficientemente delgado para meterme en él, pero no lo suficientemente delgado para salir”, dijo Larsen, citado por el medio.

Sus amigos pidieron ayuda y los bomberos tuvieron que demoler el retrete para poder sacar al hombre, que luego fue enviado a un hospital. Allí le limpiaron las heridas y le dieron antibióticos, pero la desagradable experiencia le dejó un muy mal recuerdo.

“Fue demasiado asqueroso. Lo peor que haya experimentado. Había animales ahí abajo, también. No volveré a meterme a un inodoro jamás. Ahora me duele el cuerpo y voy a ir a mi casa a descansar”, dijo Larsen a la salida del hospital.

De acuerdo con The Sun, Larsen logró recuperar el teléfono, aunque este se rompió por la caída.

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