“Si la administración estadounidense lo autoriza, estamos dispuestos a proveer la grabación de la conversación entre Lavrov y Trump al Congreso y al Senado estadounidenses”, declaró Putin en una conferencia de prensa en Sochi junto al primer ministro italiano Paolo Gentiloni.

Sin embargo, apenas terminó la conferencia de prensa, el consejero del Kremlin, Yuri Ushakov, citado por las agencias rusas, precisó que no se trataba de una “grabación de audio”, sino de una transcripción “hecha por una persona especial que está presente en las entrevistas” de este tipo.

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Putin también bromeó al prometer dirigir una “amonestación” a su ministro de Relaciones Exteriores porque “no compartió sus informaciones secretas” con él o con los servicios secretos rusos, provocando la risa de su ministro Serguei Lavrov y de responsables rusos.

El mandatario ruso denunció luego el clima de “esquizofrenia política” en Estados Unidos. “¿Qué van a inventar ahora esas personas que ventilan esas tonterías? Si no entienden que perjudican a su propio país, son simplemente estúpidos. Si entienden todo, son peligrosos y deshonestos”, estimó.

Donald Trump fue acusado por The Washington Post de haber divulgado informaciones al respecto de una operación en preparación del grupo yihadista Estado Islámico, en ocasión de una reunión el 11 de mayo con Lavrov y con el embajador ruso en Estados Unidos, Serguei Kisliak.

Según fuentes coincidentes, esa información habría sido ofrecida a Estados Unidos por Israel con la condición de no traspasarla a nadie, ni siquiera a otros países aliados, para no exponer a la fuente.

Estas revelaciones provocaron un escándalo en Estados Unidos. El senador republicano John McCain afirmó que se trataba de un “mensaje inquietante a los aliados” del país.

Por su parte, Chuck Schumer, jefe de la oposición demócrata en el Senado, pidió que la transcripción del encuentro entre Trump, Lavrov y Kisliak fuera entregada a las comisiones de inteligencia del Congreso.

Con AFP