Por eso, el gobierno australiano decidió este miércoles prohibir a partir de 2019 el acceso a la roca gigante, también conocida como Ayers Rock.

Y es que escalar el monolito es considerado por muchos turistas como una actividad obligada durante su visita a Australia.

Pero lo hacen contra la voluntad de los aborígenes propietarios, los Anangu, para quienes el sitio es sagrado.

En una reunión de directorio del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta, integrado por propietarios aborígenes y representantes del parque nacional, se adoptó por unanimidad prohibir el acceso a los turistas. La medida entrará en vigor en octubre de 2019.

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“De esta decisión pueden estar orgullosos tanto los Anangu como los no Anangu, y tomar conciencia de que cerrarlo es lo apropiado”, dijo el presidente del directorio Sammy Wilson.

En declaraciones al canal ABC, agregó que el sitio no es “un parque temático”.

“Algunas personas en el sector turístico y gubernamental, por ejemplo, podrían decir que es necesario mantenerlo abierto, pero no son ellos los que hacen la ley en estas tierras”, dijo. “Es un lugar sumamente importante, no un espacio de juegos o un parque temático al estilo Disney.”

La relación que tienen con el lugar los dueños aborígenes de la roca remonta a miles de años atrás y para ellos tiene un alto significado espiritual y cultural.

Wilson urgió a los turistas a respetar la medida adoptada.

“Si viajo a otro país y hay un sitio sagrado, una zona de acceso restringido, no entro y me pongo a escalarlo, lo respeto”, dijo en un comunicado.

“Lo mismo sucede con los Anangu. Recibimos bien a los turistas, no estamos frenando el turismo, sólo esa actividad”, aseguró.

Desde hace tiempo, las autoridades del parque intentan prohibir la escalada de forma definitiva. Actualmente el acceso al monolito de 348 metros de altura es libre.

Unas 300.000 personas lo visitan cada año y aunque no existen cifras oficiales sobre cuántos lo escalan, se estima que la cantidad ha disminuido significativamente.

Escalar la paredes areniscas del Uluru no es tarea fácil y muchos murieron en el intento a lo largo de los años, en esa región del centro de Australia donde en verano las temperaturas suelen alcanzar los 45 grados centígrados.

AFP