Por ejemplo, Chevron, la compañía petrolera, ha sacado de sus arcas cerca de U$ 500.000 para la celebración, que irá más allá de la ceremonia del próximo viernes. Boeing, por su parte, dijo que daría al menos un millón de dólares para el mismo fin, mientras que se afirma que Sheldon y Miriam Adelson, de la industria de las apuestas, han superado esa cifra con sus donaciones, informa The New York Times.

Así, según los encargados de la organización de la celebración, se han recogido cerca de U$ 100 millones. Esa cantidad casi dobla la máxima que se había destinado para la importante ceremonia en el pasado.

El presidente saliente, Barack Obama, por ejemplo, para su primera posesión prohibió todos los regalos corporativos y solo permitió regalos individuales de hasta U$ 50.000. Para su segunda posesión, en 2013, relajó los topes y permitió regalos corporativos de hasta un millón de dólares  e individuales de U$ 250.000.

Las astronómicas cifras, sin embargo, no son de extrañarse, ya que cada vez que hay un cambio de presidente los millonarios y las grandes compañías muestran su gran generosidad con el mandatario entrante, cosa que los equipos presidenciales recompensan de alguna manera (encuentros privados, etc.).

Pese a ello, varios expertos creen que las restricciones en esta oportunidad son mucho más laxas con respecto a ceremonias anteriores. En ese sentido, Craig Holman, de Public Citizen, un grupo ético de Washington, dijo que:

Esto es simple y llanamente vender el acceso al presidente, vicepresidente y el gabinete. […] Se trata de la venta descarada de acceso sin restricciones”.

Al respecto, Ray Washburne, un inversor de Dallas y miembro del comité inaugural, dijo que:

Mire, muchas personas simplemente son buenos ciudadanos estadounidenses, y quieren apoyar el cambio de poder. No sé qué tipo de influencia eso pueda comprar”.

Pero más allá del dinero, el gesto de hacer donaciones tan grandes en esta oportunidad evidencia la conciencia que tienen los empresarios de que van a tener que hacer negocios con Trump, que no escatima palabras a la hora de criticar a las compañías. La toma de posesión, entonces, es la oportunidad perfecta para mostrar esa voluntad y apoyo, añade el ‘Times’.

 

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