En ese texto, Pittet cuenta una historia de abusos cuando era niño por parte de un cura y que el papa define “un testimonio necesario, valioso y valiente”.

“Hemos declarado nuestro deber actuar con severidad extrema contra los sacerdotes que traicionan su misión y con la jerarquía, obispos o cardenales, que los protejan como ha sucedido en pasado”, escribe el pontífice en esta introducción publicada por algunos medios italianos.

Francisco define “una monstruosidad absoluta y un horrendo pecado” los abusos de religiosos a menores y se pregunta: “¿Cómo un cura, al servicio de Cristo y de su Iglesia, puede llegar a causar tanto mal?”.

“¿Cómo puede haber consagrado su vida para conducir a los niños a Dios y sin embargo los devora en lo que he definido un sacrificio diabólico?”, continua el papa.

Recuerda que muchas de las víctimas han llegado al suicidio y asegura que “estos muertos pesan” en su corazón y sobre la consciencia de toda la Iglesia y pide “humildemente perdón a todas las familias afectadas”.

Francisco agradece a Pittet por su testimonio que ayuda a “derribar los muros de silencio que sofocaban los escándalos y los sufrimientos y que muestra una terrible zona de sombra en la vida de la Iglesia”.

Según el pontífice, este testimonio “abre el camino a una justa reparación hacia la gracia de la reconciliación y ayuda a los pederastas a tomar consciencia de las terribles consecuencias de sus acciones”.

En el último libro del periodista italiano Emiliano Fittipaldi con el título de “Lujuria”, se asegura que entre 2013 y 2015 el Vaticano recibió 1.200 denuncias de abuso sexuales y se denuncia que durante el pontificado de Francisco se ha hecho aún poco.

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